Editorial 218

News Salesianos 008

VERSIÓN INTERACTIVA

Queridos hermanos y amigos de la Familia Salesiana en Chile:

Este 16 de agosto, como familia salesiana, celebramos la fiesta del natalicio de nuestro padre, San Juan Bosco, un “soñador”. Su vida fue un “gran sueño” en favor de los jóvenes. Desde pequeño se sintió llamado por Dios a realizar un gran ideal: ayudar a los muchachos pobres y necesitados a ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Prometió que todos los minutos de su vida serían para sus jóvenes. Y así lo hizo, incluso durante la noche. Cuando intentaba conciliar el sueño, agotado por jornadas interminables, su mente pensaba en sus chicos. Medio dormido o medio despierto, soñaba proyectos que narraba de forma viva a los muchachos y a los salesianos del Oratorio. No solo les ofreció una casa llena de afecto, clases y talleres, contratos de trabajo dignos y una educación en la fe que les acercaba al corazón de Dios, sino que compartió con ellos su gran sueño: formar un futuro de dignidad para sus vidas.

Don Bosco se dejó contagiar por la ilusión que late en cada joven. Nunca tuvo miedo a soñar. Concretó su vocación con grandes dosis de esperanza y de alegría. La fe en Dios y la confianza en María Auxiliadora fueron los cimientos sobre los que asentó su gran sueño. Se convirtió en “profeta de los jóvenes”. Centró su labor educativa en la bondad y en la firmeza, en la alegría, en la cercanía personal, en la confianza entre los jóvenes y los educadores, en la sinceridad, en el dinamismo, y desarrolló su eficacia pedagógica en su vida de piedad y de amor a la Eucaristía. Cultivó la pedagogía preventiva, la que pretende prevenir los males, preservar a la juventud con una inteligente comprensión de la libertad de la persona, jamás lesiva, pero sin renunciar a los valores. “Que los jóvenes se den cuenta de que son amados”, decía con frecuencia. El espíritu de Don Bosco se derrama hoy por todo el mundo en las comunidades salesianas.

Don Bosco encontró en San Francisco de Sales la inspiración para llevar a cabo su apostolado. Para el santo de los jóvenes, su vida espiritual y sacerdotal fue marcada por la capacidad de diálogo, la paciencia, la dulzura y la amabilidad y, sobre todo, su humanismo centrado en el bienestar de la persona. En su habitación, Don Bosco tenía un letrero en el que estaba escrito: “Da mihi animas, caetera tolle”. Una frase de la Biblia que solía repetir San Francisco de Sales. En este año lo recordamos con el Aguinaldo “todo por amor, nada a la fuerza”. Como familia salesiana reconocemos sus virtudes, las cuales nos inspiran para continuar con su legado.

VERSIÓN INTERACTIVA

Con afecto, P. Carlo Lira Airola, Inspector

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