Editorial 210

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Queridos hermanos de la Familia Salesiana:

Diciembre es un mes especial para nosotros los cristianos ¡Llega la Navidad! Festividad que conmemora el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, hecho hombre, que vino a salvarnos y a predicar la necesidad de fraternidad, verdad, libertad, perdón y amor de unos a los otros. La Navidad nos recuerda el advenimiento de un ser humano que predicó un mensaje extraordinario y que invitó a construir un mundo de solidaridad y justicia.

Para todos, es una fecha que se disfruta en común, cerca de las personas que amamos, pero también debe ser un momento de reflexión acerca de la manera en que vivimos el mensaje del Niño de Belén. Podríamos preguntarnos si practicamos la solidaridad, la verdad, si respetamos las libertades fundamentales, si practicamos el perdón de las ofensas y si el amor fraterno es más fuerte que los odios y rencores.

Navidad es amor, fe, alegría, principio de redención, una etapa de nuestra historia de salvación. Es un tiempo lleno de esperanza, gozo y alegría. La Navidad nos invita a seguir al Señor, a compartir nuestro amor con el que sufre, con el que llora, con el que está perdido, abandonado y con el que no tiene ninguna posibilidad de esperanza, haciéndola una realidad y compartiéndola con los demás.

La Navidad de Jesús es una fiesta de la confianza que supera las inseguridades y el pesimismo. Y la razón de nuestra esperanza es esta: Dios está con nosotros y se fía todavía de nosotros para salvarnos y levantarnos de nuestras dificultades. De aquí viene el gran “regalo” del Niño de Belén: una energía espiritual que nos ayuda a no hundirnos en nuestras fatigas, en nuestras desesperaciones, en nuestras tristezas, porque es una energía que nos conforta y transforma el corazón.

El nacimiento de Jesús, de hecho, nos lleva a la bella noticia de que somos amados inmensamente por Dios y nos enseña a no ponernos por encima de los demás, sino ponernos al servicio. Si Dios, por medio de Jesús, se ha convertido en uno de nosotros, quiere decir que cualquier cosa que le hagamos a un hermano y a una hermana se la habremos hecho a Él.

Que esta Navidad, entonces, nos ayude a reconocer el rostro de nuestro prójimo, especialmente de las personas más débiles y marginadas, todos los que nos hemos visto afectados por el COVID 19, tanto por sus consecuencias económicas y sociales.

Celebremos el nacimiento del Ser más importante de la humanidad, en un espacio de esperanza y luz, reunidos como familia cristiana, con alegría en los corazones y la generosidad de compartirla con otros, así como llenarnos de la esperanza de seguir con optimismo hacia adelante.

Aquellos que estén pasando por un tiempo de melancolía y nostalgia, estén donde estén, serán reconfortados con la celebración del nacimiento de Jesús, ya que es un tiempo de paz y alegría.

La Navidad, como tiempo de nacimiento, nos invita al renacimiento de la conciencia con verdadera responsabilidad social, tolerancia, comprensión, sin distingos de raza, credo o clase social; solidaridad y preocupación por el bien de los demás y de nuestra comunidad, aunque en algunos momentos sintamos que las brechas existentes nos parezcan infranqueables. Este es el gran regalo que Jesús nos trae al Chile que sueña con un futuro mejor.

Les bendice, P. Carlo Lira Airola, Inspector

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