Permiso a los virales: Esta frase es de todos

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VERSIÓN INTERACTIVA

Siempre hemos tomado prestadas frases que suenan en la televisión para incorporarlas a lo cotidiano. Siempre. Desde el “cómprate un auto, Perico” y el “déjate uno” de los Vizzio, pasando por el “combos iban, combos venían” de Dinamita Show y el “se me chispoteó” o “que no panda el cúnico”, de Chespirito. Y hasta la época de los realities, seguía siendo la TV nuestra principal influencia en el lenguaje. ¿O nunca escuchó a su alrededor un “tranquilo, papá” o el “está de thriller”? Bueno, la cosa cambió y ahora son los virales los que tomaron ese lugar.

Y es una locura, porque los virales se van sucediendo uno tras otro, día tras día, y la sociedad suma más y más términos que, si no te pones al día, quedas desfasado, incluso, en la reunión del trabajo. Sí, son frases tan masificadas que todos conocen o deberían conocer. Raro es que alguien no sepa cuándo ocupar un “se hace la vístima” o no entienda si le dicen tipo 7 de la mañana: “Estái helao, Juan”. O probar una comida exquisita y evaluarla solamente exclamando “aaaah, un manjar”. Ni siquiera son términos propios de la juventud, no tienen edad. Son de todos.

En Chile, el viral se masifica generalmente por una situación donde alguien quedó en ridículo, empleó mal una palabra o, incluso, inventó una que no existía. Así aparece el “chipamogli”, “las calilas, la Mojojojo y la Maiga” o el “anda a laar”. Lo mismo ocurre con el “te pongo el care malo” o el “sacheí” que tan efusivamente gritaba la chica de Plaza Italia. Y, asimismo, nace otra frase que calza en muchas situaciones: el irónico “somos el mejor país de Chile, hermano”. ¿Uno más? “Para qué me invitan si saben como me pongo” o el “andaba pisteando como un campeón”.

También las hay sacadas de pequeñas anécdotas muy cotidianas o entrevistas de algún canal donde apareció alguien sin mucho filtro y se hizo famoso. En esta área tenemos “di la verdad, Rosa”, instalados en cualquier conversación. Tampoco nos olvidemos del triste “me pasé poh”, con la señora hablando arriba del bus, o el “dímelo bonito”, de aquella insistente pareja en medio de la calle. Es curioso cómo terminan incorporándose a nuestras vidas y no solo en lo informal, sino que en el discurso más protocolar.

Parientes de los virales son los memes, muy de la mano. Y ahí los humoristas siempre dejan algo en sus presentaciones más emblemáticas que siguen dando vueltas y vueltas por la red hasta que la gente las asimila de memoria. Y si alguna vez fueron el Indio y el Flaco, ahora es Bombo Fica a quien todos citan cuando alguna cosa es “sospechosa”. En esa misma línea, el “que se mejore” de Jorge Alís o el “quiso aportar, arruinó”, entre tantas joyitas que ha dado Felipe Avello. Más atrás, el “gracias, no se molesten” de Meruane, aún vigente cuando alguien tira una talla muy fome.

La lista parece no terminar nunca y pasa desde el “vamo a calmarno” de los Pokémon hasta el “esto no prendió, cabros”, del director del Metro antes del estallido social, y el “¿cómo agarré tanto vuelo?”. El lenguaje se torna cada vez más dinámico y quizás no tan pulcro, pero sí altamente creativo. Cualquier metida de pata puede transformarse en viral y frase masiva, así que cuidado cuando se acerque algún micrófono a entrevistarlo. Nadie se levantó de su casa pensando que sería viralizado, pero algunos, solo algunos, se convirtieron en leyenda.

VERSIÓN INTERACTIVA

Por Paulo Inostroza, periodista

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