Adolescencia perdida

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Todos hemos soñado despiertos más de alguna vez en la vida, ese momento mágico en que nos desconectamos de la realidad y la sustituimos por una fantasía llena de pensamientos placenteros o esperanzas.

Es lo que experimentan Ángel y su hermano menor Franco en Mis hermanos sueñan despiertos, película chilena que retrata la vida de jóvenes encarcelados en los Centros de Régimen Cerrado del entonces Servicio Nacional de Menores.

La cinta, dirigida por Claudia Huaiquimilla (Mala junta), inspirada en hechos reales, se estrenó en 2021, en el Festival Internacional de Cine de Valdivia, y ha recibido premios en México y España.

El largometraje muestra cómo, a pesar de las dificultades, vulnerabilidad y abandono, estos hermanos forman un sólido grupo de amigos, con los cuales intentarán escapar para hacer realidad sus sueños de libertad.

Un amigo que se preocupa

Tan cruda historia hace recordar la experiencia vivida por Don Bosco, recién ordenado sacerdote. Por sugerencia de su guía espiritual, Don Cafasso, visitó las cárceles de Turín, en 1842, siendo testigo, en primera persona, de la realidad carcelaria de los jóvenes.

Dichas visitas marcaron el inicio de los oratorios y de la obra salesiana, postula el sacerdote salesiano Alberto Payá, experto en Pedagogía y Criminología, autor del libro ‘Don Bosco y la cárcel. La prevención como respuesta al delito’, quien señala que “Don Bosco se dio cuenta de que había que hacer cosas para que la gente no entrase en la cárcel y vio que la prevención era el camino para ello”.

El mismo Don Bosco lo expresó: “Entonces me pregunté: ¿Y si estos chicos tuvieran afuera de la cárcel un amigo que se interesara por su bien, estuviera con ellos y los instruyera en la religión durante los días festivos? ¿No se reduciría el número de los que vuelven a la cárcel?” (Memorias del Oratorio).

Estadísticas dramáticas

Un informe de la Policía de Investigaciones de Chile en 2017 (PDI), revelado por el Centro de Investigación Periodística (CIPER), hizo pública la situación de abandono social y estatal que sufren los niños y jóvenes de 240 hogares de menores del país.

En el 100% de los centros administrados por el Sename y en el 88% de los gestionados por particulares se constataron un total de 2.071 abusos, 310 de ellos con connotación sexual.

Los 2.071 casos de abusos se desglosan en 432 maltratos por parte de adultos, 1.265 entre pares, 53 por familiares al interior de los recintos, 123 abusos sexuales cometidos por adultos y 187 abusos sexuales cometidos entre menores. Todo esto solo en 2017.

A lo anterior se suma que entre 2005 y 2020 murieron 1.836 niños, niñas y adolescentes en centros de administración directa del Sename o de sus organismos colaboradores, tanto en servicios de protección de derechos como de justicia penal juvenil.

Un nuevo comienzo

A finales de 2020 se promulgó la ley que crea el nuevo Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia, que lleva por nombre Mejor Niñez y reemplaza al Servicio Nacional de Menores.

En el presente, el servicio depende del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, y atiende aproximadamente a 250 mil niños, niñas y adolescentes por año.

Los principales cambios incorporados fueron una mayor supervisión y mejor fiscalización, aumento en exigencias al personal público y privado, presupuesto adicional, mejoras respecto de la oferta programática, descentralización y coordinación.

Réquiem

Para quienes no han visto la película pueden intuir que termina con un final desolador. Está dedicada a los 10 niños y adolescentes fallecidos en el incendio que afectó al Centro de Rehabilitación Conductual en Puerto Montt, ocurrido en 2007 que, según testigos, comenzó por un intento de motín por parte de los muchachos, quienes se rehusaron a acostarse para seguir viendo televisión.

En momentos como este, en que vemos fallecer gente inocente por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, nuestro corazón también se inquieta por el sufrimiento de los otros. El mismo Papa Francisco ha llamado a los líderes políticos “para que hagan un serio examen de conciencia ante Dios, que es Dios de la paz y no de la guerra; que es el Padre de todos, no solo de algunos”, y yo me pregunto: ¿Quién hará ese examen por los sueños perdidos de Ángel y Franco?

Por Karina Velarde, periodista

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