Maternidad en contextos vulnerables

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Como ya es tradición, durante el mes de mayo en los diferentes puntos del planeta se celebra el Día de la Madre. Popular festividad que suele caracterizarse por la demostración de afecto de los hijos hacia sus madres. Sin embargo, muchas veces se ve mermada por factores adversos, tales como la migración y la privación de libertad que afecta a muchas mujeres.

Maternidad transnacional

En el caso de los migrantes, el “Estudio exploratorio de caracterización de niños, niñas y adolescentes migrantes de América Latina y el Caribe y sus familias en Chile”, publicado en octubre de 2020 (*), revela que el 54% de las familias inmigrantes que llegan a nuestro país viajan sin sus hijos o hijas. Esto no solo genera un conflicto emocional para las madres, sino también para los niños y niñas que quedan en su país de origen y ven alterada la relación con sus padres.

“La migración de mujeres, muchas de las cuales son madres, ha sido funcional a la transnacionalización de una desigual división sexual del trabajo, que sigue poniendo la carga de la reproducción en los hombros de las mujeres, principalmente. La maternidad transnacional es justamente una expresión del desigual reparto de las tareas de crianza”, señalan Fernanda Stang y Antonia Lara, doctoras del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Juventud (CISJU) de la UCSH.

Cabe preguntarse entonces cómo se puede desarrollar la maternidad en estos casos, en que muchas veces la decisión de una mujer, de emigrar sin sus hijos, no es del todo comprendida.

“Las mujeres migrantes que son madres, han sido representadas de una manera maniquea (sin matices), como madres que abandonan a sus hijos o como madres abnegadas que sacrifican sus vidas y proyectos personales por el bienestar de ellos. Es preciso salir de ambos extremos y adoptar una mirada estructural”, advierten las investigadoras.

Madres privadas de libertad

Difícil es también el panorama que viven las madres en contexto de encierro. De acuerdo a los datos aportados por Gendarmería de Chile, a principios de enero de este año, existía un total de 45.282 personas privadas de libertad en nuestro país, de las cuales el 10% correspondía a mujeres. Asimismo, según detalla la Red de Acción Carcelaria, cerca del 90% de éstas son madres, destacando además que 7 de cada 10 tienen hijos menores de edad.

Desde el área de Vinculación con el Medio y Responsabilidad Social Universitaria de la UCSH, la encargada del Programa Penitenciario Don Bosco, Denis Díaz, relata su experiencia con el proyecto educativo para las mujeres de la Sección Materno- Infantil del Centro de Detención Preventiva de San Miguel.

“Las mujeres privadas de libertad viven una maternidad llena del ‘deber ser’ para otros, normadas por reglamentos penitenciarios que adolecen de enfoque de género, recayendo sobre ellas, además, un estereotipo difícil de cumplir, respecto del ser ‘buena madre’ que es puesto en tensión. El cuidado es 24/7, la falta de apoyo, de visitas, de redes y pareja, se transforma en una exigencia extrema en el cuidar”, destaca.

Conscientes de esta realidad y con el fin de contribuir en algo al acercamiento de estas madres con sus hijos, los años 2017 y 2018 el Programa Penitenciario Don Bosco, con apoyo de las diferentes Escuelas de la UCSH, benefició a alrededor de 80 mujeres de la cárcel comunal de San Miguel, quienes, a través de la realización de diversos talleres, lograron fomentar el vínculo con sus hijos, añadiendo labores educativas para la nivelación de estudios, entre otras actividades. “Nos hemos preocupado del desarrollo de la autoestima y potencialidades de ellas, más allá de su rol en específico, lo cual repercute indirectamente en una mejor relación con sus hijos e hijas”, expresa.

Por Liza Muñoz, periodista

* Estudio realizado por UNICEF, Fundación Colunga, World Vision Chile y el Centro de Estudios, Justicia y Sociedad de la Universidad Católica.

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