P. Raymundo Roccaro: “buen sacerdote, un verdadero misionero y un auténtico salesiano”


Los niños del último grupo de la Parroquia Domingo Savio que acompañó el P. Raymundo Roccaro en su preparación a la Primera Comunión,  fueron los que dieron inicio a la Eucaristía con que se despidió al sacerdote salesiano este martes 18 de diciembre, luego que falleciera repentinamente el domingo recién pasado. Ellos cantaron “La nave partirá”, tema que el mismo P. Roccaro les había enseñado y que también ofreció su comunidad religiosa al término de la ceremonia.

Fue una despedida llena de símbolos y recuerdos del salesiano misionero. La Eucaristía estuvo presidida por el P. Inspector Alberto Lorenzelli, concelebrada por el Vicario de la Zona Sur, P. Miguel Hoban; el Director de la comunidad religiosa de San Ramón, P. Jorge Barrera y varios de sus hermanos salesianos llegados incluso desde presencias de provincia. 

El templo además albergó a muchos amigos del padre, tanto de las presencias donde él desempeñó su misión, como de los grupos de la Familia Salesiana, destacándose las Hijas de María Auxiliadora.

En su homilía, el P. Inspector señaló que el día en que el P. Roccaro volvía a la presencia de Dios, era tercer domingo de adviento, llamado “Gaudete”, “en donde fuimos invitados a ‘Estar siempre alegres en el Señor’ el P. Raymundo ha vuelto a ver ‘la luz’; ahora, la luz que no conoce el ocaso, la luz de Cristo resucitado”.

Luego, el Provincial repasó algunos importantes momentos en la vida del P. Roccaro, como el inicio de su vocación salesiana, siendo el 4º de 15 hermanos, en una familia unida y de profunda fe. “El mismo P. Raymundo, en una cronohistoria que escribió sobre su familia, afirma: ‘Desde niño se vio que yo no era muy apropiado para el trabajo en los campos y que prefería más el juego al estudio… Quería aprender el oficio de tipógrafo, pero estaré obligado por las circunstancia a aprender el arte de la sastrería’”.

Su decisión de seguir los estudios ya mayor para ser sacerdote después de mucho tiempo de labor misionera en Chile, la espera que hizo su hermano Gino (también salesiano misionero en América) para ordenarse juntos en el templo de su pueblo frente a una emocionada madre que a pesar de estar enferma gozó viendo postrados frente al altar a dos de sus hijos, la muerte de sus padres, el regreso a Chile y su tenaz empuje para sacar adelante lo que se proponía, marcaron el temple y la personalidad del P. Raymundo, según relató el P. Lorenzelli en su homilía.

“Queremos unir con ese fin nuestra oración a la oración de todos aquellos que ahora están acordes con nosotros. Reconocemos que, a pesar de las imperfecciones humanas, siempre presentes en la vida de quién es peregrino aquí abajo, nuestro querido P. Raymundo Roccaro Tosato fue un buen sacerdote, un verdadero misionero y un auténtico salesiano, que pasó por este mundo y retorna al Padre en silencio, como de puntillas, pero ‘siempre haciendo el bien’”, dijo.

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Un momento de profunda emoción para todos quienes conocían de cerca al P. Raymundo, fue la ofrenda de los dones, todos muy característicos de la vida y propios del modo de ser de este salesianos sacerdote: La estola que le regalaron los amigos de su pueblo el día de su ordenación, el rosario y el libro de rituales con que acompañaba a los enfermos, un par de raquetas de tenis con que entusiasmaba a los jóvenes gracias a su pasión por el deporte, una foto de sus padres que reflejaba el amor profundo por su familia, un estandarte de una comunidad parroquial de Linares hecho con sus propias manos de sastre, el pan y el vino que consagraba en cada Eucaristía diaria.

Luego de que sus hermanos salesianos entonaran el Himno de la Congregación, también le entregaron la interpretación de  “Va, pensiero…” de la Ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi, que para los italianos es como un segundo himno nacional, y para el P. Raymundo en especial, el recuerdo de su amada tierra en medio de esta nueva patria chilena en la que estuvo desde 1958.

Sus restos mortales descansarán en el mausoleo salesiano, en el Cementerio Católico de Santiago.

Fuente: Comunicaciones Salesianos Chile

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