¡¡¡ Me volví loco… me volví loco !!!

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Un fantástico panorama para el domingo santiaguino son las ferias de las pulgas en distintos sectores de la capital. Los parques Forestal o el de Los Reyes funcionan como sedes de las más antiguas y concurridas. Allí podrás encontrar aquel producto específico, común, necesario o de ocasión que andas buscando. En otras latitudes son conocidas como “flea market”. La traducción literal es mercado de las pulgas. El concepto es idéntico en todo el mundo.

Las de mayor envergadura no siempre estuvieron autorizadas y organizadas. Antes respondían más bien a la espontaneidad. Cualquiera podía instalarse y ofrecer sus productos. Hoy son los propios municipios los que intervienen para tener control sobre los espacios ocupados.

También las hay organizadas por las juntas de vecinos, otras más nuevas gestionadas a través de las redes sociales. En ese caso, la dinámica consiste en llegar temprano, buscar un espacio y lanzar paños para asegurar un puesto.

Apenas llegado al parque me ofrecen de todo, desde un alfiler de gancho hasta un refrigerador; también ropa usada, artesanías de producción propia, libros, antigüedades y cachureos; incluso masajes y manicuras. También se practica el intercambio de productos de similar valor.

Durante el recorrido escucho a coro una particular mezcla de acentos y modismos. De pronto una oferta gritada a todo pulmón: “Me volví loco”, “sacar a luca”, “todo a cien”.

Para proteger estos espacios, los feriantes cuidan que no se practique el comercio ilegal; se organizan para erradicar el consumo y venta de alcohol y drogas; no permiten la oferta de piratería y procuran dejar lo más limpio posible. Implementan prácticas sustentables y amigables con el medioambiente.

La gran ola migratoria que ha experimentado nuestro país en los últimos años ha fortalecido aún más estos espacios. Muchos asistentes van en búsqueda de la oferta gastronómica, comidas de todas partes de América: patacones colombianos, salchipapas peruanas, tequeños ecuatorianos y arepas venezolanas son algunas de las opciones. Conscientes de los escasos espacios que tienen productores populares para vender sus productos, se entiende esta apropiación de los espacios públicos. Además, ferias como estas ayudan a compensar la carencia de empleos.

Las ferias ayudan también a generar identidad de los barrios. Favorecen la gratificación cultural y social de los locatarios por la integración y soberanía cívica del espacio público, situación que se pierde cada vez más en las grandes urbes como Santiago.

Existen en casi todas las ciudades del país. La invitación es visitarlas donde se encuentren y disfrutarlas, apropiarse de la dinámica que las origina, que ayuda a recuperar la cultura cívica, que revive la dimensión social en nuestras ciudades y que favorece el diálogo abierto en plazas y parques.

Por Felipe “Lana” Valdés, comunicador social

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