Una auxiliadora para Jóvenes Invocantes

Son cientos los jóvenes de 17 a 30 años que se movilizan hacia los santuarios dedicados a la Virgen María en las festividades religiosas. Peregrinos que, junto a sus familias, intervienen, por ejemplo, en los bailes religiosos dedicados a la Madre de Dios. Muchos de ellos no son jóvenes militantes de la fe católica. Es más, entre ellos hay un número importante de indiferentes a las instituciones religiosas, si no críticos de las mismas. Pero todos aparecen como quienes van a invocar por algo que les falta o sucede en sus vidas.

¿Qué los moviliza para acercarse, aunque sea una vez al año, a estos lugares de devoción mariana? Estudios socio religiosos dan argumentos variados al respecto. Pero, más allá de acercarse a devociones de religiosidad en torno a los santuarios, nos importa descubrir algo de lo que parece estar en la vida “mariana” subyacente, por así decirlo, de muchos jóvenes que viven sus propios desafíos de crecimiento.

Queremos acercarnos al sentir de los jóvenes hacia esta experiencia religiosa que va más allá de las argumentaciones racionales, ubicándose en un movimiento interior de “gratitud” y “necesidad” asociado a las experiencias vitales de la vida cotidiana. Son jóvenes “invocantes” que elevan ruegos y plegarias y, a la vez, asumen compromisos de cambios para una vida buena, asociándose con alguien que los pueda auxiliar. ¿Cuándo una experiencia es religiosa? en sentido restringido, siguiendo a Tonelli, “...son religiosas las experiencias y preguntas que se viven como “invocación”, al menos implícita, al trascendente. La experiencia humana está traspasada por una necesidad profunda de sentido. Este es un dato constitutivo del ser humano.

Existen preguntas que permanecen abiertas y candentes. Las respuestas que se utilizan son interesantes e importantes, pero no son conclusivas. Abren a preguntas ulteriores. En este caso, las preguntas son fundamentalmente “invocaciones” a un sentido que se encuentra más allá. Así, lo religioso es la consideración de la propia vida, cuando se desea un sentido nuevo y se constata los límites de las respuestas ofrecidas por la sabiduría del hombre”.

Invocan una respuesta de auxilio

Para el mundo salesiano, la expresión “auxiliadora” recobra mayor sentido dado que recoge las necesidades, angustias, aspiraciones con la que los jóvenes acuden a pedir apoyo, amparo, acompañamiento en las situaciones de vida que no siempre verbalizan en sus relaciones sociales:

• Jóvenes con la experiencia de “insatisfacción vital” que les atemoriza, o los desalienta en su camino diario. Jóvenes que tienen penas en el alma, sea por rompimientos afectivos, sea al interior de la vida familiar o en las relaciones de pareja.

• Jóvenes que se llenan de gratitud por haber salido de situaciones angustiosas en la misma vida de familia o fruto de enfermedades que veían insuperables por la ciencia médica. Aquello que ellos llaman “milagros”, de quien, por razones inexplicables, vino en “su auxilio” en momento cúlmine donde nada se esperaba de parte de los más cercanos.

• Jóvenes que llegan incluso a realizar “mandas” increíbles, exponiendo su salud física para agradecer o invocar una intervención que auxilie sus necesidades más profundas.

• No ajeno está también la búsqueda de auxilio por compromisos financieros o de realización en el mundo laboral, que les ha sido tan ajeno a algunos de ellos que han asumido responsabilidades a las que hay que responder (familias, hijos, deudas, etc.)

Una referencia a la madre

Detrás de esta invocación inserta en la cultura y religiosidad popular, subyace evidente la “figura de la madre”, particularmente en una “sociedad de desmadres”, donde la presencia de la mamá, para algunos, fue muy ajena. En momentos de auxilio inminente de toda persona, surge, casi por instinto, la referencia de la mamá. La madre que auxilia, contiene, apoya y acude en la desesperanza. Así la Virgen se presenta como Auxiliadora en cuanto es sentida, vivida y buscada por un mundo joven donde se juegan tantas esperanzas y desafíos de vida buena.

Lo que de alguna manera parecen buscar, es que alguien les ayude a seguir caminando con esperanza y valor. Jóvenes que no se sienten autosuficientes, sino que, desde sus actitudes religiosas, saben que no pueden caminar solos por la vida. Necesitan que su camino sea más seguro y, para ello, buscan un referente válido: una mujer que se muestra como auxilio y consoladora, cercana y confidente desde su interioridad que ellos solos pueden expresar. Es lo que sabemos del discípulo Juan, que en medio de la congoja y posible desamparo, se le da una Auxiliadora para sus vidas: “Allí está tu hijo, allí está tu madre” (Jn. 19,26). La auxiliadora de millones de jóvenes que no pueden vivir sin referencias.

Algo sabemos, por el contacto cotidiano que tenemos con jóvenes de todos los sectores, particularmente los más pobres, a través de lo que se conversa, escucha y demuestran en sus actitudes cotidianas, lo que está en su imaginario juvenil religioso o devocional; que María se les presenta como una mujer joven, pobre y cercana a su hijo Jesucristo y que, por lo mismo, es madre de todos quienes la buscan con sinceridad de corazón. Aunque muchos no saben que María es una persona que ocupa un lugar privilegiado en la historia de la salvación, incorporada en su bagaje de conocimientos y que, por ello, es importante en sus vidas, pero sí parecen percibir que ocupa un lugar privilegiado en su propia historia personal. ¡Y qué mejor! que ella “está ahí”, siempre presente cuando la necesiten.

Por su reconocimiento de lo bueno que es para ellos la persona de una Virgen madre que les auxilia, se van constituyendo en sus testigos válidos de la bondad experimentada, de un rostro especial que tiene nombre y lo transmitirán a las próximas generaciones. Es lo que le pasó a Don Bosco, que pudo darse cuenta que la Virgen lo había llevado a puerto con su auxilio (“Ella lo ha hecho todo”).

Una tarea pastoral, mariana

Desde nuestro acompañamiento educativo pastoral, el desafío está en percibir cómo la figura de la Virgen “habita” en el corazón de muchos jóvenes que la buscan de alguna o diversas maneras y, al mismo tiempo, animarlos a considerarla con mayor predilección, de manera que sea acogida como una mujer con capacidad de ternura, llena de Dios, en quien habita Jesucristo, su hijo, que habla cara a cara con Él y, por lo tanto, también es capaz de hablar con nosotros, de entendernos en nuestra etapa de vida.

Muchos otros jóvenes, mayormente socializados en la vida eclesial, particularmente en ambientes salesianos, tienen a la Virgen Auxiliadora como dato cercano, dado que, escuchan de ella en las prédicas que se les hace, en las oraciones que se les ofrece, en los signos o liturgias a las que acuden, en el clima escolar que lo favorece, generando en ellos cercanía, admiración y/o cierta familiaridad con ella respecto de lo que viven y buscan.

Para los jóvenes que viven esta mayor cercanía con esta experiencia de fe, las exigencias son mayores. “No tiene sentido para Don Bosco una Virgen que consuela, que enternece, que es utilizada para lograr éxito en el trabajo o en el estudio, como si fuese un resguardado en la manga para un momento de apuro. No es un cuadro colgado de la pared de la habitación, es una persona viva que da una mano a quien sufre activamente por vivir sus ideales de justicia, de paz, de búsqueda de una nueva calidad de vida”.

Para quienes estamos dedicados a buscar “modos de evangelizar” a las nuevas generaciones, sean millennials u otras denominaciones, o a los más adolescentes, importa escuchar, discernir, contemplar con mayor atención los lenguajes, las formas de interpretar para acercarse a lo que esta nueva generación está buscando, sintiendo o esperando, donde la Auxiliadora de los cristianos les sea una persona que entre en la sintonía con lo que viven.

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