Crónica viajera: Crecer en la India

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Desde Guwahati hasta Nueva Delhi el vuelo dura exactamente dos horas. Llevo 18 días en el particular país de La India, ubicado al sur de Asia. Rodeado de sus hermanos bélicos (Pakistán al oeste, China, Nepal y Bután al norte, y al este con Bangladés y Birmania), intenta llevar a cabo el Mundial de Fútbol Sub 17. Para la
Selección Chilena la incursión terminó con cero triunfos en tres partidos. Eliminados.

La última participación de la rojita en un Mundial Sub 17 en otro continente –el de 2015 se realizó en nuestro país– tuvo el mismo resultado: fuimos eliminados en primera fase. Han pasado 20 años desde esa desazón que hoy se vuelve a repetir. Es un golpe duro a la mandíbula de la razón porque se hizo un mal Mundial. Sin embargo, el último mensaje que alcanzo a leer es: “Fortalézcanse, que jugando así van a obtener lo que merecen”.

Bailes, sonidos, colores y aromas festejan nuestra llegada a la ciudad de Calcuta. Octubre está empezando y somos la primera delegación en llegar. El bus que
nos traslada desde el aeropuerto hasta el hotel es compacto. La cabina del chofer está llena de figuras religiosas, velas e inciensos encendidos. Es un festival de diversidad y desorden.

Hay gente por todos lados; tráfico congestionado por todas partes. Por los costados aparecen los rickshaw, vehículos ligeros de dos ruedas que se desplazan por tracción humana; son una especie de bicitaxy muy populares en Asia.

La desigualdad que se vive en este país es difícil de comprender. La diferencia de una calle a otra es profunda y cruel. En algunas se pueden observar cadenas de lujosos hoteles cinco estrellas; en otras, personas tiradas comiendo arroz con las manos sucias, mientras la vacas caminan como si fueran dueñas del sistema. Para la cultura hindú la vaca representa el símbolo de la vida, de la fecundidad y de la maternidad. Jamás debe ser matada.

Después de 30 minutos de viaje y de haber relativizado la vida entera, llego desplomado al hotel. El jetlag afecta hasta los huesos. Mi reloj biológico está desorientado; no sabe si es de mañana o temprano por la noche. Necesito recuperar energías porque el Mundial ya empezó.

Virat Kholi es el deportista más influyente en la India. Es el capitán de la Selección Nacional de Criquet, el deporte más popular. Posee numerosos registros de bateo, convirtiéndolo en una leyenda viviente. Por lo menos, aparece en tres de cinco comerciales que transmiten mientras hago zapping en la televisión. Es carismático, apuesto y ultra millonario.

El Criquet arribó a la India a través de la expansión de los países europeos que buscaban nuevas rutas de comercio. Inglaterra, gracias a la ayuda de los indios nativos, se constituyó como la principal fuerza colonizadora, creando vías férreas, asfaltando caminos y transmitiendo su cultura, entre ellas la deportiva.

Los dos primeros entrenamientos los realizamos en el Club Calcuta Cricket and Football, fundado en 1972. El modelo del club es social. No solo se nutren de los
deportes. Tienen una variedad de actividades destinadas a la comunidad. La cancha no es espectacular, pero estar allí nos permite conocer un mundo extraordinario. Fotos y trofeos antiguos se mezclan con la ilusión de jóvenes futbolistas. Nos despiden agradecidos. Para ellos, es una fortuna haber compartido con nosotros.

El debut se acerca y la maquinaria de la señora FIFA ha llegado para armar su espectáculo. El recorrido del hotel al estadio es de 15 minutos escoltados por la policía local. El camino es prolijo y limpio, no se ve la muchedumbre de los días anteriores. Calles con pintura fresca y luces de todos los colores son la estrategia
para disimular la realidad. El multi estadio Yuva Bharati Krirangan es gigantesco, la fachada es parecida al Estadio Nacional de Chile.

Inglaterra, primer desafío mundialista, el subcampeón europeo. Steve Cooper, entrenador inglés, dirige a veloces, valientes y fuertes jugadores de color. Su mejor jugador es Jadón Sancho, recientemente traspasado del Manchester City al Borussia Dortmund alemán.

El 09 de octubre de 2012 los ingleses generaron el gran cambio en la formación de sus futbolistas, inaugurando Saint George Park, 130 hectáreas de puro fútbol. Ahí conviven 24 equipos nacionales de Inglaterra. Cooper señalaba que “compartir información con los demás entrenadores había provocado cambios significativos en su gestión”.

Rápidamente había que sacudirse del golpe. Debíamos gestionar emociones y tomar decisiones. Ahora era el turno de Irak, campeón asiático. Organizados, compactos y ordenados en defensa. Para atacar lanzaban balones largos a su mejor jugador, Mohammed Dawood, futbolista lleno de habilidad, regate, velocidad, potencia y gol. A los 5 minutos perdíamos 1 a 0 con una anotación de él.

La participación mundialista finalizó jugando contra México, rival conocido y respetado. Desde 2003 han participado en todos los Mundiales Sub 17, gritando
campeón en dos oportunidades. Trabajan a través de un plan maestro, hoja de ruta que les indica el camino. Por la decantación del torneo, ganando por cualquier
marcador, lográbamos la clasificación. Se hizo un partido inteligente, a diferencia de los anteriores. Logramos ser competitivos. Faltando segundos para el final, generamos una oportunidad que se diluyó por una mala decisión de un joven futbolista. Pitazo final, fin del Mundial.

Desde lo deportivo fue un pésimo Mundial. Las expectativas eran otras. No es un fracaso porque los recursos utilizados fueron nobles. No olvidemos que estamos formando a jóvenes futbolistas con debilidades y fortalezas. Nuestra misión, además de hacerlos jugar al fútbol, es motivarlos a que no claudiquen en la adversidad, que no renuncien a sus sueños.

La perseverancia, el trabajo continuo, el acompañamiento y la permanencia son los mecanismos que los llevará al éxito. La vida es redonda, como el fútbol. Lo que hoy entregas, mañana lo recibirás.

Por Marco Vera, Periodista

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