Alberto Lorenzelli, superior provincial de la Congregación Salesiana: “Faltó espacio para reflexionar muchos aspectos de la Ley de Inclusión”

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El líder de los salesianos señaló que la reforma fue repentina y que no dio espacios para evaluarla, por lo que habrá que hacer “retoques”. Un gran número de apoderados hizo filas en los colegios de la organización, muchos de ellos emigrando de instituciones que pasarán a ser particulares pagadas.

Más de 400 apoderados hicieron fila toda una noche para alcanzar una vacante en el Colegio Salesianos Alameda. La noticia impactó, especialmente porque los padres estuvieron horas esperando en una de las noches más frías del año. Muchos apuntaron a la Ley de Inclusión. De hecho, algunos apoderados llegaron a ese establecimiento porque en el futuro será gratuito y porque en el que están pasará a ser particular pagado. La situación no pasó desapercibida para la Congregación Salesiana que, en entrevista con La Tercera, el superior provincial de la congregación, Alberto Lorenzelli, reconoce el impacto que causó la situación.

¿Qué le parece la Ley de Inclusión?
Siempre las reformas educacionales hechas rápidamente presentan lados débiles. Creo que faltó espacio y tiempo para reflexionar muchos aspectos de la ley que son matices, pero que después cuentan. Tuvimos una reforma que fue repentina, y hay que hacer retoques, es parte del proceso. Positivamente, la ley nos lleva a la inclusión, a la gratuidad, pero hay un tema con la calidad. Eso primero hay que trabajarlo en los colegios municipales, porque ahí hay gente a quienes también hay que ofrecerles calidad y me parece que eso no resulta mucho. Lo que se percibe es una fuga de estos colegios hacia el sistema particular subvencionado. Eso nos tiene que inquietar y preocupar y es una interrogante ¿cómo favorecer una ley de educación de calidad para todos?

¿Se debió partir la reforma de otra manera?
Creo que podría haber partido por la Carrera Docente. Las reformas parten creando un proceso de formación hacia los profesores, porque ellos son también protagonistas de todo lo que es el proceso educativo. Una reforma como esta exigía más tiempo para hacer procesos para la formación de docentes, familias y alumnos.

¿Por qué decidieron ser gratuitos?
Fue un deseo para nosotros poder estar allá donde están los jóvenes más vulnerables y más necesitados. Optar por la gratuidad es responder a lo que es nuestro ADN y al cual no podemos renunciar.

¿Fue una decisión inmediata?
Así es. Cuando escuchamos que estaba la posibilidad, dijimos que ese era el camino. De los 22 colegios que tenemos, la mayoría está en zonas de alta vulnerabilidad, como en San Ramón o aquí mismo, en la Alameda.

Cuando hicieron el análisis de lo que recibirán del Estado versus el copago que reciben ahora de los apoderados, ¿qué concluyeron?
Inicialmente, para varios colegios significa beneficiarse, pero para otros no. Hicimos una reflexión con nuestro equipo económico y eso nos llevó a hacer auditorías para ver dónde podíamos recortar y dónde podíamos acomodar el margen entre el copago y lo que llegaría de la subvención. Ya son ocho los colegios y en 2018 serán 11 o 12, y esperamos al 2020 que 20 de los 22 estén en gratuidad.

¿Cuáles serían los últimos en ingresar?
Los copagos más altos los tiene el Arriarán Barros y el Patrocinio de San José. Estos colegios tienen la necesidad de más tiempo, pero estamos en el camino. Con la opción de la gratuidad se congelaron los copagos, así que no podemos aumentarlos, los tendremos que ir reduciendo.

Hace poco, un colegio de la Iglesia decidió su paso a particular pagado. ¿Por qué se da esta diferencia?
Sé que a nivel de Arquidiócesis de Santiago la opción de los colegios católicos es ir a la gratuidad y eso me parece significativo. Ahora, no conozco bien las motivaciones por qué algunos pasarán a particular pagado, pero si son colegios de Iglesia o instituciones religiosas, me duele un poco, porque quisiera que la opción que tomamos nosotros fuese más amplia. Entiendo que algunos son colegios donde la comunidad tomó esa decisión, ahí también los apoderados quieren un colegio de ese tipo y creo que atender esas instancias es justo, pero si yo fuese el responsable, la haría opción para todos.

¿Se podría dar una segregación en el sistema y que colegios concentren una educación más elitista?
Si está la opción de ir a un colegio particular pagado, es porque tienen la posibilidad de pagarlo. No puede decir si se dará la segregación, pero el riesgo es muy alto.

¿Qué dijo la comunidad?
Lo apreciaron mucho. Lo que me impactó es que muchos de los apoderados dijeron que tenían vecinos o primos que les habría gustado estudiar en alguno de nuestros colegios pero no se lo podían permitir por el copago. Verdad que hubo la preocupación de decir ‘bueno, ¿quién llega?’. Quizás podría ser gente que no está motivada con el proyecto, pero siempre hemos anunciado que no vamos a renunciar a nuestro proyecto y quien llega a los colegios saben claramente cuál es nuestro modo de trabajar.

¿Cómo era el sistema de admisión antes?
No hemos tenido selección. Es verdad que, siendo algunos colegios más exigentes, si llegaban alumnos con resultados malos, les decíamos que se les iba a exigir y que podría ser un fracaso. Con la llegada de la inclusión nosotros acogemos a todos.

¿Esperaban ver filas en sus colegios?
Siempre tuvimos demanda de matrícula, pero no de esta manera, nos impactó. Sobre todo, lamentamos haber tenido a los padres en la noche y al frío. Estamos estudiando la manera para evitar esto, quizás alguna plataforma informática donde se puede postular, ya que, por un lado apreciamos la estima hacia nuestro colegio, pero por otro lado no es digno para una familia estar esperando 10 o 15 horas. De ahora a fin de año, ya debemos tener una solución.

Muchos apoderados buscan otro colegio porque donde están pasará a ser particular pagado, ¿qué le parece?
Eso es lamentable. La opción por el particular pagado es excluyente, al menos para un grupo de familias.

Fuente: La Tercera

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