Mon Laferte: El triunfo de la perseverancia

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Cuando Mon Laferte se emocionó hasta las lágrimas durante su show en el pasado Festival de Viña del Mar, no fue solo una reacción al cariño del “monstruo”, que la premió con dos gaviotas y una de las mayores ovaciones del certamen. En medio del vértigo de los aplausos, seguro pasaron por su cabeza los recuerdos de cuando, diez años antes y todavía como Monserrat Bustamante, dejó Chile para radicarse en México y partir de cero. De cantar en el metro y las calles del Distrito Federal, sobreviviendo con lo justo; de un sorpresivo diagnóstico de cáncer tiroideo que llegó poco después, en un país aún extraño, y que la tuvo un año entre tratamientos y operaciones para recuperar su voz y su salud. De su decisión tras eso de rebautizar su carrera, acortando su nombre y usando su apellido materno.

Nacida en un humilde barrio de Viña del Mar, se crió en casa de mujeres, con su madre, su abuela y su hermana menor, su apoyo cuando desde niña decidió dedicarse a la música. “Empecé a los 13 años, canté en un circo travesti de Villa Alemana a los 15, no terminé el colegio y me puse a trabajar cantando, el único trabajo que he tenido toda la vida”, relata.

En 2003 ingresó al exitoso programa de talentos “Rojo Fama Contrafama”, de Televisión Nacional de Chile (TVN), donde, pese a no ganar ninguna temporada, fue una de las favoritas del público, y grabó un primer album que alcanzó disco de platino por ventas.

A menos de un mes del fin del programa partió a México, con 23 años y sin mayores contactos en ese país. “Lo hice de loca, sentí que tenía que aprender muchas cosas, (…) tenía que aprender a tocar instrumentos, a escribir mejores canciones, no estaba segura para dónde iba y eso lleva muchos años”, recuerda.

En esa búsqueda grabó dos discos que coquetearon con el rock y el pop, hasta que en 2015 compuso y produjo en su casa “Mon Laferte Vol.1”, que bebe igual de influencias como la Nueva Ola y las baladas setenteras, con un estilo interpretativo intenso y confesional. “No tenía mayores expectativas, cuando lo hice fue como ‘ya chao, voy a hacer lo que quiera, total estoy en mi casa’, entonces fui mucho al origen de lo que escuchaba cuando chica: rock, folclore, bolero, cosas como Los Ángeles Negros”, explica.

El éxito del álbum le trajo una nominación al Grammy Latino, reconocimiento internacional y actuaciones en escenarios como el Festival “Vive Latino”. También el aplauso de estrellas como el colombiano Juanes, su fan declarado y con quien grabó a dúo un single de adelanto de lo que será su nuevo disco. Y sus canciones se codean en el ranking Billboard con las de gigantes de la música como Adele, Coldplay o Lady Gaga.

Hoy su futuro es prometedor: a los planes de un nuevo trabajo discográfico se suma una gira en mayo y junio por ciudades de México, EEUU y gran parte de Chile, y su participación en agosto en el importante festival Outside Lands de San Francisco, EEUU, junto a figuras como The Who, Metallica y Gorillaz.

Pese al éxito y la atención apabullantes, no cambia su estilo sincero y directo. Comparte con sus fans en redes sociales y no teme decir lo que piensa: en medio del Festival de Viña declaró que los programas de talento como “Rojo” no forman músicos, admitió sentirse “incómoda” con el acoso de los medios y con las críticas por presentarse a la Gala del certamen con un vestido típico mexicano de la zona de Oaxaca. Cuando en la conferencia de prensa intentaron polemizar con estos puntos, su respuesta sacó aplausos: se puso de pie y comenzó a cantar a capella “Tu Falta de Querer”, uno de sus mayores éxitos. “No soy buena para hablar. A mí me gusta cantar”, cerró.

“Todos quieren ser profetas en su tierra y lo que está pasando ahora no sé si lo termino de entender”, dijo sobre su éxito. “No se trata de sepultar a alguien para que salga la otra. Yo no me avergüenzo de donde nací, de donde canté, para nada, eso me hace la artista que soy”.

Por Patricio Meza, Periodista

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