Claves para vivir el Año de la Misericordia

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En esta segunda publicación sobre el Año Santo de la Misericordia , el P. Mario Borello recuerda las claves para vivir en profundidad este tiempo jubilar a partir del documento “El rostro de la Misericordia” del Papa Francisco.

CÓMO CELEBRAR ESPIRITUALMENTE EL AÑO DE LA MISERICORDIA

  • Nuestro lenguaje y gestos deben transmitir misericordia.

En el centro estará el sacramento de la Reconciliación: los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre.

  • Enviar Misioneros de la Misericordia. Pido a los hermanos Obispos que en sus Diócesis realicen “misiones para el pueblo”.
  • La iniciativa “24 horas para el Señor”, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma.
  • La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia (14).
  • La indulgencia (20): En el Año Santo de la Misericordia ella adquiere una relevancia particular. El perdón de Dios por nuestros pecados no conoce límites. En la muerte y resurrección de Jesucristo, Dios hace evidente este amor que es capaz incluso de destruir el pecado de los hombres. Se transforma en indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado, habilitándolo a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado. Por otro lado, indulgencia es experimentar la santidad de la Iglesia.

CÓMO PRACTICAR LA MISERICORDIA

La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: “Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos” (Sal 25,6).

Juan Pablo II dijo en su segunda encíclica “Rico en misericordia”: “La mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado, parece oponerse al Dios de la misericordia”. (11). La misericordia siempre será mayor que cualquier pecado: la esperanza de ser amado por siempre a pesar de los límites de nuestro pecado.

El cristiano alivia a las personas con el óleo de la consolación, las venda con la misericordia y las cura con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye… sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio.

La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. (10) Todo en su acción pastoral es testimonio del perdón. Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente la justicia. Habrá que actuar con nuevo entusiasmo y con una renovada acción pastoral.

Reflexionemos  durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales:

  • Obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos.
  • Obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia a las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.

MADRE DE LA MISERICORDIA

El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia; a la dulzura de su mirada, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios.

Ella es el Arca de la Alianza entre Dios y los hombres; la misericordia que se extiende “de generación en generación” (Lc 1,50).

Al pie de la cruz, María, junto con Juan, el discípulo del amor, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús.

Repitamos constantemente la oración del “Dios te salve, Reina”, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos.

PARA REFLEXIONAR, COMPARTIR Y ORGANIZAR

A NIVEL PERSONAL

  • Vivenciar: Dice San Pablo: “Dios nos encerró a todos en la desobediencia para realizar en todos su misericordia”: preguntémonos personalmente: ¿Percibo en mí la misericordia del Padre?
  • Examinarse en qué medida “somos misericordiosos como el Padre”. ¿Cómo es mi lenguaje con el prójimo: duro, demasiado serio, poco acogedor…?
  • ¿Cuál de las obras de misericordia practicaré especialmente en mi vida diaria?

A NIVEL COMUNITARIO

  • ¿Cómo vivir este año la cuaresma y aún los demás tiempos litúrgicos en nuestra comunidad eclesial?
  • ¿En qué ocasión realizar la adoración a Jesús sacramentado?
  • Meditar comunitariamente los textos bíblicos señalados por el Papa Francisco.

A NIVEL PASTORAL

  • Abrir la Puerta Santa de la iglesia en la Parroquia o en el Colegio.
  • ¿Qué iniciativas tener para la cuaresma con nuestros fieles, educadores  y jóvenes?
  • Conversar sobre el significado de las Indulgencias.
  • Organizar visitas a enfermos o familias pobres o a los que duermen en la calle o a niños de la calle en nuestras obras. Las periferias existenciales como las llama el Papa Francisco.
  • Participar en alguna peregrinación a la catedral, al santuario de Santa Teresa, del P. Hurtado o de Laura Vicuña.
  • Organizar celebraciones penitenciales con el Sacramento de la Reconciliación.
  • En las parroquias, formar misioneros para el Jubileo y hacer de ella un “oasis de misericordia”.
  • Practicar una iniciativa de las 24 horas delante de Jesús Sacramentado.
  • Enseñar a quienes no saben el “Dios te salve reina y madre de misericordia”.
  • En cada una de las fiestas marianas, mostrar a María Madre de la Misericordia.

P. Mario Borello, sdb
Sacerdote Salesiano, Licenciado en Teología Dogmática;
Especialización en Teología Pastoral y Catequética

 

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