“Queríamos darle un sentido a la vida de Josefina”

La decisión de hacer pública la experiencia vivida con su hija menor, cuya muerte fue anunciada para el momento del parto, les ha rebrotado el dolor, pero también el deseo de que quienes pasen por algo similar, cuiden a esa guagüita hasta que naturalmente fallezca, por muy duro que sea.

Bárbara y Jorge, antes de Josefina, tuvieron tres hijos. “Siempre las ecografías fueron minutos de alegría, porque en ellas nos íbamos enterando de lo bien que crecían. Los tres fueron embarazos y partos sin inconvenientes”, dice ella. Hace 10 años, sin embargo, cuando esperaban a la cuarta, esa instancia cambió radicalmente. “Recuerdo haber salido de esa ecografía destruida completamente; llorando a mares”, revela. En el examen se vio que Josefina venía con un problema, el médico lo alertó y ahí empezó una seguidilla de estudios para terminar en una conclusión devastadora: Síndrome de Potter, es decir, no sobreviviría al parto. A lo sumo podría vivir un par de horas.

¿En algún momento tuvieron el deseo de interrumpir el embarazo?

Bárbara: Ni se nos pasó por la cabeza, nunca.

Jorge: Siempre estaba la esperanza de que pudiera mejorarse.

Bárbara: Uno se entera de millones de casos de gente a la que le dijeron “tu guagua va a nacer y va a morir” y resulta que la guagua tiene 5 años… Siempre tuvimos la esperanza de que a lo mejor iba a haber una solución. Aunque claro, siempre entre comillas, porque cada vez que íbamos a una nueva ecografía nos dábamos cuenta que la cosa iba de mal en peor.

¿Y ni así?

Bárbara: Es tan increíble lo que pasa cuando tienes una guagüita en la guata y se mueve. Tú sientes que tienes un ser vivo adentro, que no te puedes llegar a imaginar siquiera… No me hubiera planteado de ninguna manera la alternativa de interrumpir eso. Para nosotros siempre fue la Josefina. Hablábamos de nuestra guagua, no del feto que tenía el problema. Creo que cuando se vive la experiencia físicamente, la óptica es distinta.

¿Cómo lo vivieron con la familia?

Bárbara: Lo comentamos con los niños, con los íntimos amigos y con la familia. Gracias a Dios nosotros tenemos familias bien unidas, cercanas, y nos apoyamos en ellos. También en el doctor, que fue una gran ayuda incluso en lo espiritual. Creo que facilita ser humilde, reconocer y decir “pucha, en esta etapa de la vida necesito que me den su apoyo, porque es muy fuerte el proceso”.

Desde la fe, ¿cómo lo sintieron?

Bárbara: Pasamos por todas las etapas. Nosotros no nos pusimos tan rebeldes como para decir “no voy a ir nunca más a misa” o “voy a dejar de ser católica”. Pero sí me cuestionaba por qué nos había tocado vivir esto, qué habíamos hecho mal para tener que vivir este dolor. Estaba tratando de buscar una explicación, pero no era posible no más. Durante el embarazo nos acercamos a algunos sacerdotes. Incluso me llegué a enojar mucho con uno, pero también encontré apoyo en otro que con el simple gesto de bendecir a mi guagua cuando nos saludó, lo sentí tan empático que nos reconfortó. Sin embargo, nadie me dio paz en ese sentido.

¿Cuál fue la otra etapa?

Estaba esta cosa entre rabia e inconformidad, y por otro lado, esta fe súper grande de que en algún minuto íbamos a salir adelante. Siempre pensé que estábamos pasando por el huracán, pero que íbamos a ver la luz de nuevo. Eso hizo abocarme mucho a la oración. No soy de oración permanente, pero durante ese periodo la viví intensamente. Eso me ayudaba a soltar, a botar.

¿Qué recuerdan del nacimiento?

Jorge: Era muy chiquitita, muy frágil. Nació, la limpiaron y estuvo 12 horas con nosotros, con sus hermanos y padrinos. Yo la bauticé; un padre me enseñó cómo era el rito y nos dio agua bendita.

Bárbara: Fue en paz, súper duro, un desagarro de dolor, pero pacífico. Tenía terror del momento y aunque fue con esa pena del alma, infinita, fue en un ambiente calmo, con mucho respeto. Cada uno la vio y le dio miles de besitos, aprovechamos esos minutos, le dijimos que la queríamos, todo lo que se le dice a un hijo cuando nace.

Hace poco hicieron pública su historia en una carta al diario. ¿Por qué?

Bárbara: La escribimos hace dos años, aunque no la publicaron entonces, cuando se inició el debate del aborto terapéutico y veíamos en las noticias que había mucha tribuna para quienes lo defienden en estos casos, desde el punto de vista del derecho de la mujer de hacer lo que quiera con su cuerpo. Nosotros creemos en una opción diferente, desde el punto de vista de la guagua.

Jorge: Queríamos darle un sentido a la vida de ella, por eso el título “Por la vida de Josefina”, y por eso ahora la reenviamos y ahora sí la publicaron.

¿Por qué defienden esta opción, a pesar del dolor que conlleva, cuando con una legislación podría disminuirse?

Bárbara: Tenemos la tranquilidad de que hicimos todo lo humanamente posible para que esta niñita se fuera querida, porque ella se merecía tener la misma posibilidad que tienen nuestros otros hijos de la relación con sus papás. ¿Por qué no tener la posibilidad de sentir cariño, de sentirse esperada, deseada? Si estábamos súper ilusionados cuando supimos que iba a venir, ¿por qué interrumpir eso y evitar que se sintiera querida, en el vientre y al nacer?

¿Cómo la recuerdan?

Bárbara: Todos los 7 de agosto pedimos una misa y va nuestra familia cercana. En la oración diaria familiar o cuando nos encomendamos, en vez de decir “Ángel de mi guarda…”, decimos “Josefina de mi guarda…” Ella es nuestro angelito y ha sido nuestro apoyo. Está muy presente y, de hecho, cada vez que tengo una dificultad, pienso en ella.

Fuente: Periódico Encuentro

www.periodicoencuentro.cl

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