Don Bosco, modelo de unidad espiritual vivida en la práctica activa


Un tono especialmente festivo se vivió en la Eucaristía con la que la Familia Salesiana de Santiago celebró el Día de la Fidelidad a Don Bosco, este viernes 16 de agosto, en la capilla del Colegio “El Patrocinio de San José”.

Como de costumbre, la celebración se llevó a cabo en la misma fecha del nacimiento del Padre Fundador. En esta oportunidad, además, se inició el tercer año de preparación al bicentenario del nacimiento de Don Bosco, gran fiesta que el Mundo Salesiano proyecta para 2015.

Presidió la celebración el P. Inspector Alberto Lorenzelli. Concelebraron su Vicario, P. Vicente Soccorso; el P. Obispo Tomás González; los integrantes del Consejo Inspectorial; el Director de la Presencia dueña de casa, P. José Lino Yáñez; y salesianos de varias comunidades de Santiago.

Entre los diversos signos celebrativos, al inicio, un grupo de jóvenes presentaron en carteles los elementos centrales de la espiritualidad salesiana: caridad pastoral, unión con Dios, amabilidad, predilección por los jóvenes, espíritu de familia, alegría y optimismo, creatividad y capacidad de adaptarse y el amor por la Iglesia.

En el momento de la presentación de ofrendas, junto al pan y al vino, fueron llevados al altar la cruz salesiana, signo de caridad pastoral; instrumentos musicales, signo de la alegría salesiana; la imagen del Papa Francisco, que recuerda el amor por la Iglesia; una familia llevó flores, para recordar el espíritu de familia; y una copia de la carta de Roma que escribió Don Bosco a los salesianos, donde les recomienda la bondad y amabilidad como base de todo trabajo educativo.

Al final de la Eucaristía, los integrantes de los grupos de la Familia Salesiana se comprometieron, solemnemente, a vivir y a comunicar las características centrales de la espiritualidad.

Mensaje del P. Inspector

En su homilía, el P. Inspector Alberto Lorenzelli se refirió a rasgos de la espiritualidad y personalidad de Don Bosco, que le permitieron llevar adelante las tareas de una única misión: ofrecer a los jóvenes el evangelio de la alegría a través de la pedagogía de la bondad, para acompañarlos al encuentro con Jesús y ofrecerles una santidad posible y alegre para todos.

El P. Alberto señaló que la espiritualidad tiene como punto de llegada la santidad y que la santidad es posible a todos, “depende de nuestra cooperación a la gracia, a todos se les da la gracia para ella”.

Ante la posibilidad de la desaparición de la espiritualidad salesiana por el cambio de los tiempos, el Provincial indicó que se necesitan testigos, hombres y mujeres espirituales, de fe, sensibles a las cosas de Dios y dispuestos a la obediencia religiosa en busca de lo mejor.

Uno de los hombres más completos y absolutos

El P. Alberto recordó cómo contemporáneos de Don Bosco superieron reconocer en él la enorme obra realizada por la gracia a causa de su docilidad y de sus cualidades. “Uno de los hombres más completos y más absolutos que haya conocido la historia”, comenta un autor… “una magnífica figura que su inmensa e insondable humildad no lograba ocultar… una figura de gran talla, dominadora y fascinante: una figura completa, una de esas almas que en cualquier camino que emprendiera, hubiera dejado una profunda huella…”, decía del él el Papa Pio XI después de su visita a Valdocco.

“Estas cualidades humanas que se observaban en D. Bosco –comenta el P. Alberto- eran fruto del trabajo continuado sobre su carácter, ejercido a lo largo de toda su vida, para dominar aquellos rasgos que podían perjudicar a su  propósito de educar y evangelizar a los jóvenes. El sentido del equilibrio, progreso gradual y armonía son las características de su itinerario hacia la santidad”.

“Salvar el alma y cooperar a la salvación de las almas son palabras constantemente repetidas por D. Bosco a los jóvenes, a los salesianos, a las personas de las clases más humildes y a las de las clases elevadas”, comenta el P. Alberto. “Esta predilección –continúa más adelante- no debe hacernos pensar que para el santo el hombre se redujese solamente al alma. Cuando él habla de la salvación de las almas, está tomando al joven en su ser concreto, como individuo destinado al cielo, pero que tiene que cumplir una misión en la tierra; hay que salvar al joven por entero, y, por su medio, salvar a toda la sociedad”.

“Aunque la vida de Don Bosco siempre estuvo inundada por la oración, no fue el único medio con el que vivía en intimidad con Dios -señaló el P. Alberto-, junto a la unión de la plegaria, conocía y practicaba ‘la unión práctica o activa’ con Dios, realizada en la acción y a través de la acción. Su vida, -continúa diciendo- dominada por la vorágine de la acción, puede convertirse en  paradigma  para todos nosotros; es un modelo concreto de ‘unidad espiritual’ vivida en la ‘práctica activa’”.

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Fuente: Oficina de Información Salesiana – OFISA

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