VIDEO y Crónica de un hecho imborrable en la historia salesiana


Este domingo 7 de julio se cumplen exactos 60 años desde que ocurriera la tragedia de Lo Valdés, situación que cobró la vida de 23 de los 24 integrantes de un grupo del Liceo San Juan Bosco de Santiago que realizaba un paseo en la cordillera.

Dentro de las iniciativas que está realizando el Centro Educativo Salesiano de Alameda por recordar a los 21 alumnos y dos educadores fallecidos, este domingo se estrenará un documental en esta casa salesiana, a las 11.00 hrs., que narra parte de lo acontecido y, posteriormente, se celebrará la Eucaristía en su memoria a las 12.00 hrs. en el Templo de la parroquia María Auxiliadora.

Crónica de lo acontecido

Era tradición que todos los años, los alumnos de los distintos Colegios Salesianos de Santiago que se habían destacado en sus estudios y en su convivencia, disfrutaran unos días en el Refugio Don Bosco de lo Valdés, ubicado en la cordillera, distante a 77 kilómetros.

La demanda por alcanzar un cupo en el refugio siempre era alta puesto que muchos deseaban tener la oportunidad de disfrutar de la naturaleza, las montañas y la nieve de la manera que ese lugar lo permitía.

El 6 de julio fue la fecha asignada para que el refugio fuera utilizado por un grupo de 21 alumnos de quinto y sexta humanidades (tercero y cuarto medio) del Liceo Juan Bosco de Santiago Centro, actual Centro Educativo Salesiano Alameda.

La expedición estaba dirigida por el P. Livio Morra, el profesor Juan Alcaíno y el salesiano coadjutor Alfredo Rivas, encargado de la cocina.

Después de confesarse y comulgar en la capilla del colegio, los muchachos participaron en los buenos días. Subieron luego al vehículo que los trasladaría al Refugio, y después de rezar el Ave María, comenzaron su viaje.

Llegaron al refugio a las 14 horas, y después que ordenaron sus cosas, realizaron su primera excursión.

Al día siguiente, el martes 7, se levantaron a las 6 de la mañana. Después de celebrar la Eucaristía en la capilla, tomaron desayuno. A las 10.30 iniciaron su último paseo. En el refugio sólo se quedó el Sr. Rivas, quien tenía la misión de preparar la comida y esperarlos con el almuerzo caliente.

Por las fotografías encontradas en la cámara fotográfica del P. Livio, se sabe que llegaron bien al destino fijado en la excursión de ese día. En el regreso los sorprendió un abrupto cambio climático que produjo una fuerte nevazón y una avalancha de nieve que acabó con sus vidas.

El dolor era indescriptible en los hogares de nuestra patria, en los familiares de nuestros hermanos fallecidos, en el corazón de los salesianos de Chile y del mundo entero.

A continuación un extracto de 20 minutos del Documental

Reseña de los fallecidos

P. Livio Morra, italiano, 33 años. Doctor en Teología que realizaba todo tipo de servicios en el colegio, desde enfermero hasta de gásfiter. Era alegre, sencillo, servicial y trabajador.

Profesor Juan Alcaíno, 37 años, esposo y padre ejemplar, cristiano coherente, bondadoso y servicial con sus alumnos y colegas de trabajo.

Hernán Acevedo, 19 años, excelente estudiante, bondadoso, dispuesto a ayudar a sus compañeros en los estudios e incluso en lo económico. Alegre y cariñoso.

Juan Bassino, 15 años, excelente estudiante, acólito y catequista. Con el profesor Alcaíno fabricaba juguetes para los niños más pobres, a quienes servía en el oratorio dominical. Buen hijo y buen compañero.

Víctor Bracchi, italiano. 16 años, vivía interno en el colegio. Le gustaba el aeromodelismo y se caracterizaba por su buen rendimiento, alegría, compañerismo y testimonio de vida cristiana.

Hernán Briones, 15 años. Era nuevo en el colegio. Participaba activamente en el coro. Sencillo, profundamente alegre y excelente compañero vivía interno en el colegio. Se levantaba muy temprano para participar en la eucaristía diaria.

Félix Bustamante, 16 años. Participaba activamente en movimientos eclesiales y se esforzaba por servir a los más necesitados. Quería estudiar medicina, ser sacerdote e irse de misionero para trabajar con los más pobres.

Pedro Cuevas, 15 años. Caritativo y abnegado, especialmente en gestos de solidaridad con los más pobres. Tocaba el piano y se esforzaba por rendir al máximo en sus estudios. Sus compañeros afirmaron que por su bondad, era imposible que tuviese enemigos.

Narkis de Sasía, 16 años. Amable, respetuoso, servicial, cariñoso, alegre y solidario. Afable con todos, sin importarle su condición social. Cristiano de fe sencilla y profunda.

Aliro Donoso, 15 años. Amaba entrañablemente a su madre y soñaba con ser aviador. Gran deportista e hincha del audax italiano. Le dijo a su madre que si moría, estaría feliz, porque se encontraba bien con Dios.

René Frías, 16 años. De voluntad y carácter firme. Extraordinaria alegría y espontaneidad. Su vitalidad y buen humor le hacían ser un líder entre sus compañeros. Amaba a su familia y se esforzaba por ser un cristiano coherente.

Carlos García, 18 años. Sus compañeros aseguraban que era un joven santo, tanto así que después de su muerte, rezaban por su intercesión, con la certeza que  por su calidad de vida se encontraba junto al Señor.

Francisco Hernández, 18 años. Reflexivo, poco propenso a compartir sus sentimientos. Muy observador de los demás para conocer su carácter sereno, alegre e indulgente. Muy querido por sus compañeros. Se esforzaba por cultivar su amistad con el Señor y dar testimonio de su fe.

Enrique Lacasia, 14 años. El futbol era su pasión y ser santo era el gran ideal. Huérfano de padre, amaba intensamente a su madre y ayudaba al hermano mayor en la tarea de guiar el hogar. Estaba convencido que su padre estaba vivo para siempre junto a Dios.

Julio Pagliettini, 14 años. Sus compañeros le recordaban como bondadoso, alegre, noble y generoso. Amante de su familia y de su querido colegio salesiano.

Jorge Pérez, 17 años. Afable y bondadoso. Soñaba con estudiar en la Escuela Naval. Estudiante modesto y sacrificado, gran deportista. Amigo sincero, leal y alegre. Participaba diariamente en la eucaristía.

Claudio Pino, 18 años. Participaba activamente en la pastoral de su parroquia. Alegre y bromista. Le fascinaba el ciclismo y la natación. Humilde y profundamente optimista.

Mario Pita, español, 17 años. Amaba intensamente a su madre. Con su buen humor y el chiste a flor de piel, era la alegría de su curso. Entre sus numerosas ocupaciones se reservaba el tiempo para acolitar en la misa que se celebraba en el colegio.

Renato Rojas, 17 años, De aspecto sencillo y bonachón. Poseía una extraordinaria simpatía. Noble y generoso, amigo fiel y cariñoso. Le fascinaba la fotografía. De amplia sonrisa y chiste oportuno.

Patricio Rubilar, 15 años. Cariñoso y solidario. Participaba activamente en la pastoral del colegio y se destacaba como acólito. Huérfano de padre amaba intensamente a su madre y buscaba por todos los medios hacerla feliz Su pasión era el aeromodelismo. La generosidad era su característica principal.

Benito Sanguinetti, 15 años. Tranquilo. Bondadoso, reposado y de gran capacidad intelectual. Huérfano de padre, procuraba entregar todo el cariño posible a su madre. Buen deportista y amigo leal y sacrificado: Para él la amistad era algo sagrado.

Antonio Tocigl, 17 años. Amante de sus padres, sencillo, profundamente, solidario y generoso, y de una vida de oración extraordinaria.

Hugo Torres, 16 años. Amable, humilde y de una permanente sonrisa. Cariñoso con sus padres y activo integrante de la pastoral del colegio, comulgaba todos los días y soñaba con ser sacerdote.

Fuente: Comunicaciones Salesianos Alameda – OFISA

{phocagallery view=switchimage|switchheight=200| switchwidth=300|basicimageid=3931} {phocagallery view=category|categoryid=923| limitstart=0|limitcount=12|detail=5|displayname=0| displaydetail=0|displaydownload=0| imageshadow=shadow1|enableswitch=1| highslidedescription=3}

Noticias relacionadas:

{module 98}

{module 67}