P. Heriberto Cabrera: Confiar en Dios y creer en los Frutos


Ratificado por un nuevo período como Director de su comunidad -integrada por otros dos salesianos-, el P. Heriberto Cabrera continúa su labor en el África, etapa de misión que bordea las dos décadas y que actualmente lo tiene en Mauritios, isla cuyos idiomas son el francés, inglés y criollo y donde la Congregación atiende tres escuelas técnicas.

De visita en Chile hasta el 4 de enero, el P. Heriberto conversó con OFISA respecto de cómo ha continuado su proceso en la isla, etapa todavía nueva en relación al largo tiempo de trabajo en su anterior obediencia, la isla Madagascar.

Además de ser Director de la comunidad religiosa, el P. Heriberto es Director y Ecónomo de las tres escuelas técnicas, que ofrecen 11 especialidades a un total de 300 alumnos regulares, más unos 70 que se suman con programas de estudios destinados a empresas. En cada servicio cuenta con personas que lo ayudan a llevar adelante el trabajo.

Gracias a la llegada de un nuevo salesiano a la comunidad religiosa, un italiano que regresa a África, han iniciado un proyecto de atención a niños de la calle, trabajo todavía incipiente. Además el P. Heriberto dicta clases de Teología en un instituto para laicos, conduce algunos programas radiales ocasionales, por ejemplo, en tiempo de cuaresma; dicta charlas y conferencias en la universidad y para algunos grupos de religiosas y ha colaborado con la creación y ejecución de un programa para formar agentes pastorales jóvenes, trabajo hecho en conjunto con los Jesuitas.

Respecto del intenso trabajo en las escuelas, comenta que a su juicio, a pesar de que algunos aspectos no son concretados de la manera esperada dada la enorme cantidad de tareas, de igual modo se avanza, por ejemplo: se logró modernizar las gestiones contables de las obras con sistemas informáticos; es posible pagar buenos sueldos para la realidad del lugar. En general se está en mejora continua, sin embargo, el P. Heriberto pone el siguiente énfasis: “las escuelas se mantienen bien, pero lo que nos interesa a los salesianos es acompañar a las personas, hacer un seguimiento y eso no se puede hacer como se quisiera. A veces es un poco frustrante para uno y para la gente también, pero, como faltan sacerdotes, es eso o nada. No hay hermanos para mandar a las misiones. Otros que no quieren venir y otros que no se adaptan”.

En la anterior conversación con OFISA a fines de 2009, el P. Heriberto explicaba la discriminación que sufren las escuelas salesianas por parte del gobierno que no quiere reconocer los títulos profesionales que otorga –aún su prestigio validado por la empresas-, situación que se ha mantenido. Sin embargo, no han decaído en insistir y volver a intentar para terminar con esta discriminación, en esta oportunidad, recurriendo al Obispo y al Primer Ministro. “Es triste porque es una gran injustica. Después es el mismo gobierno que emplea nuestro alumnos… la discriminación es siempre dolorosa”.

Otra de las dificultades expuestas en 2009 fue la realidad de los profesores en cuanto a su nivel académico, en algunos casos incluso deficiente: “En estos años hemos logrado capacitar a casi todos los profesores. Los que no se han capacitado en general han partido”.

Una toma de conciencia vital durante este año para el P. Heriberto ha sido constatar que como Iglesia es poco lo que se hace por los jóvenes hindúes y musulmanes de Mauritios, que son la masa mayoritaria. “Eso me golpeó. Chiquillos hindúes vinieron a hablar conmigo y me contaron sus penas y sus tristezas. Muchos sacerdotes tenemos esa posibilidad de dialogar con la cultura. Es una mediación que ofrecemos a los chiquillos hindúes para que aprendan a tomar distancia de su cultura y religión y así puedan hacer una opción más libre, pero esos son casos aislados; hay una masa enorme abandonada”.

Respecto del proceso general que vive en su vida religiosa y como misionero, el P. Heriberto indica que percibe cómo con la edad va adquiriendo rigidez, pero, al mismo tiempo, acumula experiencia. En cuanto al servicio brindado en las obras comenta: “Hay que aceptar que el servicio, muchas veces, es bien modesto; aceptar que trabajamos con grupos chicos y que los resultados a veces son pequeños. ¿cantidad o calidad, grupos grandes o pequeños?, son preguntas que uno se hace. Con todo, hay que confiar en Dios, creer que algún día el trabajo dará fruto y creer que una persona tiene tanto valor como un millón”.

Fuente: OFISA.

 

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