El Liceo San José de Punta Arenas vivió una de sus jornadas más significativas del año: la esperada Fiesta de la Luz, organizada por el Equipo Pastoral y dirigida especialmente a los estudiantes de Prebásica y Primer Ciclo.

El gimnasio del establecimiento se transformó en un espacio mágico, donde la alegría infantil y energía positiva iluminaron cada rincón. Con música y actividades que llenaron la mañana de entusiasmo, recordando que la luz simboliza la bondad, esperanza y amor que cada uno lleva en su corazón. 

Durante la celebración, los más pequeños participaron en dinámicas, cantos y juegos preparados con dedicación por el equipo pastoral, quienes buscaron transmitir un mensaje profundo: todos podemos ser portadores de luz en nuestra comunidad, especialmente cuando compartimos con alegría y actuamos con bondad.

Uno de los momentos más significativos de la jornada fue la narración de la historia de la canonización de Sor María Troncatti, mujer salesiana que dedicó su vida al servicio de los más pobres y educación de los niños. Su ejemplo de entrega, amor y fe inspiró a los estudiantes, quienes escucharon con atención su vida de servicio y compromiso cristiano. La historia de Sor María se convirtió en un recordatorio vivo de que la santidad se construye con gestos sencillos, con el amor de cada día.

La Fiesta de la Luz se ha convertido en una tradición profundamente esperada en el Liceo San José, no solo por la alegría que genera, sino también por el mensaje que transmite: la invitación a ser luz en medio de la oscuridad, a irradiar esperanza, amistad y amor en cada acción cotidiana.

El equipo pastoral destacó la importancia de crear espacios que fortalezcan la fe desde la infancia: “Queremos que nuestros niños vivan experiencias que los ayuden a descubrir que la luz de Dios habita en cada uno de ellos. Ser luz significa compartir, sonreír, cuidar al otro y hacer el bien con el corazón”, señalaron los organizadores.

La comunidad educativa agradeció el entusiasmo y compromiso del equipo pastoral, docentes y asistentes que hicieron posible esta actividad que llenó de alegría y emoción a los más pequeños.

La jornada concluyó con un ambiente de verdadera unidad y espiritualidad, donde la inocencia de los niños se mezcló con el espíritu pastoral que caracteriza al Liceo San José. Más que una celebración, fue un recordatorio de que la luz que compartimos es la que transforma, une y da sentido a nuestra comunidad educativa.