Romper el silencio, principal estrategia de prevención de abusos

La psicóloga María Josefina Martínez expuso un análisis de los modelos de prevención de abuso sexual de menores de edad.

Con el rezo de Laudes con adoración al Santísimo, presidido por Mons. Gaspar Quintana, obispo de Copiapó, comenzó el segundo día de trabajos en la Segunda Jornada Nacional de Prevención de Abusos, que se realiza en el Centro de Espiritualidad Loyola, en Padre Hurtado.

Al iniciar las sesiones, la integrante del Consejo Nacional de Prevención Pilar Ramírez expuso una síntesis de los contenidos reflexionados el día lunes.

Posteriormente, la psicóloga María Josefina Martínez planteó una mirada crítica a los modelos de prevención. Explicó que en Chile, en general, la prevención del abuso sexual se ha enfocado desde la enseñanza del autocuidado o autoprotección a niños y jóvenes, o bien desde las medidas de seguridad y códigos de conducta para adultos que tratan con niños y jóvenes.

Ante la primera vía, se preguntó la especialista: “¿En casos de abuso sexual es apropiado responsabilizar a los niños y jóvenes de su propia protección? ¿Es justo que recaiga casi exclusivamente sobre los niños y jóvenes la tarea de detener los abusos sexuales?”.

Añadió la profesional que el enfoque de autoprotección muchas veces desconoce que el abuso generalmente ocurre en el marco de una relación de afecto y cercanía, en el contexto de una asimetría de poder donde quien abusa va anulando el sentido crítico de su víctima.

“Para la víctima es muy difícil hablar porque el abusador ha impuesto la ley del silencio a través de maniobras sumamente efectivas. Además, los terceros muchas veces son ciegos, sordos y mudos. Y es muy difícil poner el horror en palabras”, explica.

A juicio de M. Josefina Martínez, las estrategias de prevención efectivas necesariamente deben involucrar a los terceros y no descansar exclusivamente en la capacidad de autoprotección de niños y jóvenes.

Respecto del enfoque centrado en medidas de seguridad y códigos de conducta, la experta recordó que mientras aumentan las medidas objetivas de vigilancia, “aumenta también nuestra desconfianza y nuestra percepción subjetiva de inseguridad. Surge así la pregunta: ¿Estamos cuidando a los niños y jóvenes o nos estamos cuidando a nosotros mismos?”.

Romper el silencio

A juicio de la psicóloga M. Josefina Martínez, romper el silencio es la principal estrategia de la prevención de abusos. “Para esto, hay que comenzar sensibilizando a todos los terceros, de modo que reconozcan la seriedad del problema y se comprometan con la prevención”.

Añadió que como las medidas de prevención del maltrato o abuso no son infalibles, es necesario complementarlas con políticas de promoción de relaciones que respeten la dignidad del otro.

A nivel organizacional, propuso revisar si en las organizaciones o grupos existen prácticas relacionales que puedan favorecer la ocurrencia de abusos sexuales. “Las instituciones pueden transformar sus relaciones e interacciones a través de procesos reflexivos y participativos que permitan modificar sus formas de actuar”, concluye.

Tras la exposición de la psicóloga Martínez, hubo una ronda de preguntas de los asistentes y posteriormente se realizaron trabajos grupales.

El poder y la autoridad en la Iglesia

Las sesiones vespertinas apuntaron a una reflexión sobre la autoridad y el servicio en la Iglesia. El Pbro. Fernando Ramos, Vicario para el Clero en Santiago, integrante del Consejo, explicó la concepción de la autoridad, el poder y el servicio en el Antiguo y Nuevo Testamentos, y se detuvo en la experiencia de Jesús en su relación con el poder.

Posteriormente, Mons. Juan Ignacio González, obispo de San Bernardo y también miembro del Consejo, explicó los fundamentos eclesiológicos de la autoridad como servicio. Repasando citas del Concilio Vaticano II y del magisterio de los Papas, Mons. González subrayó que el ejercicio de la “autoridad en su triple poder (magisterial, ministerial y de gobierno) debe estar presidido siempre y constantemente por un clima de servicio y de amor que, lejos de disminuir la obediencia debida, la hace brotar de la misma libertad interior de los hijos”.

Tras un nuevo trabajo en grupos y un plenario, el segundo día de trabajos concluyó con la eucaristía, presidida por Mons. Juan Ignacio González, obispo de San Bernardo.

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Fuente: Prensa CECh

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