Este 2025, el P. Sergio Astorga, Director de la Comunidad Salesiana de Macul, celebró 30 años de sacerdocio, guiado por su lema de vida: “El Señor hizo en mí maravillas; santo es mi Dios". Tres décadas de entrega pastoral y educativa, marcadas por la cercanía, humildad y amor incondicional por los jóvenes.

Nacido el 13 de marzo de 1953, el P. Sergio creció en la Región de Magallanes, donde conoció el espíritu de Don Bosco a través de la Parroquia María Auxiliadora. Allí inició su discernimiento vocacional, que lo llevó a realizar su primera profesión religiosa el 30 de enero de 1988. Su paso por las comunidades salesianas del sur —como Cristo Obrero, Tierra del Fuego, Porvenir, Punta Arenas y Puerto Natales— consolidó su identidad pastoral: un sacerdote cercano, alegre y profundamente humano.

“Don Bosco nos enseñó que el educador debe estar con los jóvenes, compartir su alegría y acompañarlos en el camino de la fe. Eso me marcó profundamente”, señala.

Un llamado que nació en silencio

La vocación del Padre Sergio no llegó en la infancia, sino en la madurez, a los 30 años. Fue un llamado silencioso, profundo y perseverante.

“Mi mamá siempre lo supo”, recuerda con emoción. “Cuando le escribí contándole que ingresaría a la Congregación Salesiana, me respondió: ‘Hijo, siempre lo supe’.” Ese gesto maternal fue la confirmación de una decisión que transformaría su vida para siempre.

El 19 de agosto de 1995 fue ordenado sacerdote, cumpliendo el sueño que Dios sembró en su corazón. Desde entonces, ha recorrido con sencillez y alegría el camino del servicio sacerdotal, inspirando a generaciones de jóvenes a vivir con fe y esperanza.

En 2020 asumió como Director de la Presencia Salesiana de Macul,(Liceo Camilo Ortúzar Montt y Parroquia Sagrada Familia). Ese mismo año, comenzó también a prestar servicio en Casa Felipe Rinaldi, lugar en el que reside acompañando y colaborando con la comunidad religiosa. Esta doble misión refleja su entrega al estilo de Don Bosco: un corazón que educa y espíritu que sirve.

“La autoridad se ejerce sirviendo, no imponiendo. Don Bosco nos enseñó que el amor es lo que educa”, repite con convicción. Junto a la Rectora Cecilia Figueroa, ha fortalecido el espíritu salesiano de la casa, guiando con respeto, unidad y una visión compartida de escuela alegre, inclusiva y profundamente humana.

“La rectora es una mujer de gran corazón, con quien comparto la misión de acompañar, escuchar y servir desde la fe”, comenta con aprecio.

Quienes lo conocen lo describen como una persona cercana, afable, con buen sentido del humor. Su inseparable compañera, “Ñatita”, una perrita rescatada, se ha convertido en símbolo de ternura y compañía. “Dicen que los perros eligen a sus dueños… y parece que ella me eligió a mí”, dice entre risas.

Datos biográficos

El Padre Sergio Astorga Tamayo nació el 13 de marzo de 1953 en la Región de O’Higgins. El 30 de enero de 1988 realizó su primera profesión religiosa. Años más tarde, el 19 de agosto de 1995, fue ordenado sacerdote, iniciando un camino pastoral guiado por la entrega, alegría y carisma de Don Bosco.

Entre 2000 y 2018, desempeñó su labor en diversas comunidades salesianas del sur de Chile, sirviendo en Cristo Obrero, Punta Arenas, Puerto Natales, Tierra del Fuego, Porvenir, el Instituto Don Bosco de Puerto Montt, Catemu y Concepción.

Treinta años de amor al estilo de Don Bosco

El Padre Sergio es querido por estudiantes, docentes, familias y colaboradores. Su presencia en los patios, palabra sencilla y mirada esperanzada son un recordatorio constante del espíritu salesiano que anima la vida del colegio.

“Educar es un acto de amor”, dice. “Y cuando uno ve que los exalumnos vuelven, que quieren que sus hijos estudien aquí, se da cuenta de que algo bueno hicimos, que dejamos huella”.

Treinta años después de aquel “sí” inicial, el Padre Sergio continúa caminando con la misma convicción de aquel joven que decidió seguir la voz de Dios.

“No busco figurar. Quien debe brillar es el Señor. Yo solo trato de servir con alegría y corazón.”