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El Primer Retiro para Asesores de Pastoral de las tres obras salesianas en Magallanes —Liceo Monseñor Fagnano, Instituto Don Bosco y Liceo San José— se realizó, marcando un hito significativo en el caminar de la misión evangelizadora en la zona austral.
La jornada reunió a 35 animadores y asesores de pastoral que respondieron a la invitación de tomarse un tiempo para detenerse, escuchar y renovar su vocación como servidores de los jóvenes desde la fe. El retiro fue acompañado por el P. José Ruiz y Christian Chávez, estudiante de Teología, ambos provenientes de Santiago, quienes ofrecieron su experiencia, cercanía y profundidad para guiar esta experiencia.
Desde su planificación, esta instancia fue concebida como un espacio de cuidado interior, discernimiento y reencuentro con la fuente del llamado pastoral.
El día comenzó con una dinámica muy significativa: a cada asesor se le pidió elegir un símbolo entre varios disponibles, aquel que más resonara con su estado interior en ese momento. Piedras, llaves, flores, entre otros objetos, ayudaron a expresar lo que muchas veces no logramos poner en palabras. Ese gesto sencillo marcó el tono del retiro: un espacio para conectar con lo esencial, con lo que llevamos dentro y con Aquel que nos mira con amor.
La jornada tuvo como eje una Eucaristía prolongada, vivida en distintos momentos a lo largo del día. No fue una misa convencional, sino un camino espiritual pausado que incorporó tiempos de silencio, reconciliación, proclamación de la Palabra, oración compartida y adoración al Santísimo Sacramento. En ese contexto, el lema que los acompañó —“Él me miró… y comprendí que la esperanza no defrauda”— cobró vida en cada gesto.
El P. José Ruiz y Christian Chávez guiaron la jornada con una combinación de sencillez, profundidad y calidez. A través de cantos, reflexiones, dinámicas, testimonios y momentos de silencio, ayudaron a los participantes a redescubrir que el llamado a acompañar a los jóvenes no es una carga, sino un privilegio sostenido por la gracia de Dios.
Christain expresó que: “Agradecemos mucho su disposición a este encuentro con Cristo. Que el Espíritu Santo y la esperanza que no defrauda nos sigan guiando en el servicio a los muchachos”.
Los testimonios de los asesores al finalizar la jornada coincidían en algo esencial: este retiro no fue solo una pausa o una actividad más, sino una verdadera experiencia espiritual, un alto en el camino para mirar hacia adentro, revisar las motivaciones, sanar heridas y dejarse mirar nuevamente por ese Dios que no se cansa de llamarnos, sostenernos y enviarnos.
Esta primera versión del retiro abre un camino que esperamos seguir recorriendo juntos. Porque en tiempos donde el ruido y la prisa suelen imponerse, crear espacios de silencio, oración y comunidad se vuelve más urgente y necesario que nunca.