La Comunidad Educativa Pastoral del Liceo Salesiano Monseñor Fagnano se reunió en el Templo Don Bosco, para celebrar una emotiva eucaristía en el marco del Mes de la Familia, el pasado jueves 9 de octubre.
La ceremonia, presidida por el Director, P. Pedro Carrera, contó con la participación del rector Álex Contreras, Equipo Directivo, Centro de Padres, Centro de Alumnos, Comunidades Apostólicas Salesianas, Infancia Misionera, Salesianos Cooperadores, educadores salesianos, catequistas, estudiantes y familias, quienes compartieron un encuentro de fe y fraternidad.
Durante la misa, se elevaron peticiones por las familias, pidiendo por su unidad, fortaleza y amor en medio de las dificultades, y por la reconciliación y el diálogo que mantienen vivo el espíritu familiar. En su homilía, el P. Pedro destacó la importancia del hogar como la primera escuela del amor, donde se aprende a vincularse con los demás, y recordó que “un niño que se siente querido y esperado crece de manera sana y aprende a amar”.
Asimismo, reflexionó sobre la resiliencia como una virtud esencial que permite superar las pruebas sin perder la esperanza, y relacionó el aguinaldo salesiano con la imagen del ancla: “Así como el ancla sostiene al barco sin inmovilizarlo, la familia nos mantiene firmes, pero libres para avanzar”.
Durante la presentación de las ofrendas y previo a la comunión, distintos representantes de la comunidad llevaron al altar signos de fe y esperanza que reflejaron la vida y el espíritu salesiano. Se presentaron las Bases del Festival de la Familia, como símbolo de encuentro, alegría y participación; una vela encendida, signo de la fe que ilumina el camino de nuestras familias; el Padre Nuestro, recordándonos que somos hijos de un mismo Dios y llamados a vivir en fraternidad; frutos maduros, representación del amor familiar y del cuidado hacia los hijos; y el pan y el vino, expresión del trabajo humano que se transforma en presencia viva de Cristo en nuestras vidas.
Casi al finalizar la celebración, el Padre Pedro realizó la bendición de los signos del Padre nuestro y las cruces, los que serán entregados con cariño a los jóvenes de segundo medio en la jornada vocacional amplia, y a los niños y niñas que se preparan para recibir el sacramento de la catequesis. Este gesto, lleno de profundo significado, fue un recordatorio del amor de Dios que acompaña cada etapa del crecimiento espiritual.
Finalmente, la comunidad celebró con alegría el don de la familia, reconociéndola como refugio y apoyo donde somos amados y aceptados. Siguiendo el ejemplo de Don Bosco, se recordó que la familia es el primer oratorio donde nace la fe, y se pidió al Señor que fortalezca los lazos que nos unen. Fue una hermosa oportunidad para celebrar la fe, la familia y la comunidad, reafirmando que el amor compartido es el verdadero camino hacia Dios.