El viernes 24 de mayo, y como es tradición dentro del mundo salesiano, la comunidad educativo pastoral del Liceo Manuel Arriarán Barros se reunió en pleno para festejar a nuestra madre la Virgen María Auxiliadora. Música, flores, y una simbólica procesión por las inmediaciones del colegio, fueron algunas de las acciones que marcaron la jornada.
Las actividades comenzaron temprano por la mañana, con la realización de la celebración junto a las madres de los estudiantes de IV°Medio, instancia en la cual, un coro de estudiantes acompañados por el profesor César Lavanderos, interpretó dos piezas musicales como regalo.
“Con la realización de esta fiesta ponemos fin a mayo que es un mes cargado de actividades salesianas. Don Bosco la hizo llamar ‘Auxiliadora´ o ‘la Virgen de los tiempos difíciles´, y que importante es esta asociación que hacemos entre la ayuda y la dirección materna. Hoy queremos agradecer -por sobre todo- por su presencia tan valiosa al interior de nuestra comunidad, trabajo y dedicación que se refleja en el bello producto que son sus hijos”, indicó la rectora, Marcela Yáñez.
Paralelamente, los cursos de enseñanza básica, participaron tanto en el Templo como en la capilla del colegio, de dos liturgias conmemorativas, donde como signo se presentaron los nombres e imágenes de las mamás de los niños allí presentes, para agradecer a Dios por su presencia en la vida de cada uno.
A continuación, los estudiantes de enseñanza media se trasladaron hasta el gimnasio para participar de la gran liturgia general, momento en el que el director de la presencia salesiana en la Zona Sur de Santiago, bendijo a las madres de nuestra comunidad, al mismo tiempo que asperjó agua bendita sobre la nueva estatua de María Auxiliadora.
Los estudiantes de nivel inicial se desplazaron hasta el patio de la virgen para conocer un poco más de su historia, espacio en donde además dejaron flores hechas de papel por ellos mismos, como signo de amor y agradecimiento.
Para finalizar los hitos conmemorativos, la imagen de la virgen fue llevada en procesión hasta la capilla San Francisco de Sales, lugar desde donde observa y protege día a día a todas y todos los integrantes del LAB.