Los gozos de una pastoral juvenil educativa y significativa

Cross Religion Catholic Christian Community Concept 

VERSIÓN INTERACTIVA

Nuestra congregación es parte de la Iglesia que peregrina en Chile, una que, pese a sus grandes dificultades, quiere escuchar, anunciar y servir al mundo, ofreciendo lo mejor que tiene, ni oro ni plata, sino el nombre y mensaje de Jesús de Nazaret (Hch. 3,6).

Estamos transitando por momentos históricos. Los desafíos sociales, culturales y eclesiales de esta compleja realidad nos confirman y estimulan en la convicción de que la Pastoral Juvenil Salesiana tiene mucho que ofrecer a los jóvenes, sus familias y culturas a las cuales pertenecen.

Actualmente, la sociedad refuerza nuevos valores y criterios de vida que parecieran debilitar los eslabones tradicionales de la transmisión cultural y religiosa (familia, escuela, Iglesia). Sin embargo, creemos que Jesucristo y su Evangelio siguen siendo la mejor propuesta de vida y gozamos con la misión de ofrecérsela.

Con acierto, la congregación siempre ha sostenido que los jóvenes son hijos de su historia y cultura, ¡no son un problema, son una oportunidad! Más allá de que estén como la cara visible de los problemas ante la delincuencia y/o violencia.

Como salesianos, educadores y pastores, no renunciamos al modo amoroso que el Señor Jesús y Don Bosco tienen con los jóvenes. Lo primero “es pasar a su lado”, “mirarlos”, “amarlos”, “conocerlos” uno a uno (cfr. Mt. 4, 18ss), acoger sus preguntas, escuchar sus inquietudes y acompañar su crecimiento.

Lo que está en juego es que el Evangelio y sus valores tengan oportunidad de arraigarse en el corazón de las nuevas generaciones. Constatamos cómo se silencia la voz de Dios en algunas sociedades, mientras que, en otras, se priva a los jóvenes de la riqueza humanizadora del Evangelio.

No obstante, en los diferentes ambientes salesianos donde nos encontramos con los jóvenes, procuramos que sea Él quien guíe nuestro discernimiento y caminar, y nos posibilite una comprensión inteligente para afrontar los desafíos del enorme cambio cultural. De ahí que se insista en una mayor inteligencia pastoral para superar la discontinuidad entre nuestra propuesta y los contextos cambiantes.

En Chile, uno de los ambientes donde se desarrolla la Misión Salesiana es la escuela. Entregamos un servicio educativo y evangelizador en numerosos centros educativos, como gran oportunidad de incidir evangélicamente, ya que somos garantes de una espiritualidad juvenil salesiana vinculada a la experiencia de fe, docencia y trabajo. La educación nos permite conseguir que la propuesta de fe sintonice con la biografía, historia y cultura de las personas a quienes servimos.

Los avances que se dan en el ámbito educativo son innegables, en los cuales continuamos aportando con esperanza y calidad. Son muchos los esfuerzos, iniciativas y actividades que acontecen al interior de la escuela. Más aún, con las complejas exigencias que el sistema educativo nacional prescribe y que, como educadores, buscamos sea incidente desde nuestro propio carisma.

Día a día acompañamos procesos formativos y de vida, en ocasiones desde la primera infancia hasta la salida de la adolescencia. Así, se han tejido relaciones entre compañeros, educadores, estudiantes, religiosos, jóvenes, padres y apoderados, como lo reafirma el documento sobre la animación pastoral en la escuela salesiana.

Desde la pastoral educativa, más allá de los lineamientos que hemos elaborado, reconociendo nuestra propuesta de formación integral, situada en contexto escolar, nos preguntamos si nuestros adolescentes, al egresar del sistema educativo salesiano, se van con GOZO de los espacios que por tantos años vivieron la cotidianidad de sus vidas.

En sintonía con los procesos que buscan promover la excelencia y calidad educativa y pastoral, queremos renovar el foco en la centralidad del joven y en el horizonte que se proyecta para él, luego de caminar en el ambiente oratoriano que ofrece la escuela. Don Bosco decía a sus muchachos: “Los quiero felices, aquí y en la eternidad”. ¿Qué gozos estamos propiciando hoy en ellos? ¿Qué felicidad estamos proyectando en el tiempo para ellos, desde la escuela?

El GOZO DE APRENDER

Pese a las exigencias académicas que, en ocasiones, les han causado desazón, esperamos puedan reconocer que sus aprendizajes han sido significativos. Que hemos tocado sus intereses más de fondo, o se ha aludido a sus experiencias cotidianas, de manera de no quedar con la sensación de que “pasamos de largo” por sus vidas con la consecuencia de caer en la irrelevancia.

Si bien la significatividad no tiene un sentido unívoco, lo que nos interesa es que el concepto llene de sentido nuestra práctica docente al momento de acompañar los procesos de aprendizaje de niños y adolescentes. Un aprendizaje con sentido.

El GOZO DE CONVIVIR

Una de las nostalgias de exalumnos es haberse sentido en casa, donde primaba la ayuda mutua, de circulación de ideas y afectos, que los animaban a hacer opciones y comprometerse. Y lo más relevante, destacar su identificación con figuras adultas que han dejado huellas positivas en sus vidas, por las relaciones personalizadas más allá de lo funcional. Y, sobre todo, las relaciones fraternas establecidas entre sus iguales que no se pierden con el tiempo.

El GOZO DE CREER

La experiencia creyente ha sufrido un cambio, la herencia religiosa ya no se transmite de una generación a otra. Sus padres se reconocen nómades en la fe. El ex Rector Mayor, P. Pascual Chávez, insistía en que con las nuevas generaciones hay que hablar de iniciación cristiana más que de transmisión de la fe, de manera que cada joven llegue a descubrir, adherir, conocer y entusiasmarse por Jesucristo, para ser discípulos misioneros.

El desafío se ha hecho inmenso, recreativo y audaz con toda la creatividad que se realiza en las escuelas. Se intenta hacer procesos graduales; de abrirse a la trascendencia, de conocer a Jesús, de profundizar la experiencia creyente y de cultivarla en la misión. Una experiencia creyente que para muchos egresados de nuestras escuelas ha acentuado la vocación cristiana. En efecto, difícil es evaluar lo que significó el paso por la escuela en la vida creyente de nuestros exalumnos, pero sí muchos manifiestan que ha quedado inscrita en sus vidas.

El GOZO DE PERTENECER

La figura de Don Bosco y el sistema preventivo no fueron irrelevantes en la vida de muchos exalumnos. Hay un “estilo” propio que inunda el sistema preventivo, que tiene que ver con el modo de relación, personalización de la vida, sentido de grupo/comunidad y con los acentos que la espiritualidad salesiana impregna sutilmente en el corazón de cada persona adolescente.

Si se le pregunta a un estudiante o ex estudiante salesiano por su agradecimiento de lo vivido en su paso por la escuela, resalta entre sus experiencias el sentido de familia, haberlo pasado bien, sentido de la acogida, fiestas o celebraciones de la vida escolar/familiar, ambiente de amistad y el gozo de participar en el deporte. Y, más de alguno, la figura de María Auxiliadora, como insistencia primero y, posteriormente, como reconocimiento agradecido por tenerla en sus vidas.

Hoy, más que nunca, resulta necesario dejarnos interpelar por los rostros e historias de los estudiantes que se nos ha confiado, para que la evangelización siga encontrando en la educación su lugar y su mediación oportuna y significativa.

VERSIÓN INTERACTIVA

Por Equipo Inspectorial de Pastoral Juvenil Salesiana

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