El sueño de Don Bosco Florece en el desierto

VERSIÓN INTERACTIVA

“Creo que el sueño original es hoy una realidad, un hito en la zona (…) Es un colegio que ha sabido crecer junto con los estudiantes, la población, la tecnología y junto con la empresa minera de la zona”.

El 22 de abril de 2015 se instaló la primera piedra de la más reciente obra salesiana en Chile: el Colegio Técnico Industrial Don Bosco Calama. En sintonía con el sueño de nuestro Santo Fundador, es que en medio de un sector vulnerable de la comuna se comenzó a gestar el proyecto de una escuela gratuita, mixta y bilingüe, que prometía nuevas oportunidades para la comunidad.

El colegio, que cuenta con las especialidades de Explotación Minera, Electricidad Industrial y Mecánica Industrial, nace además desde un vínculo virtuoso entre el sector privado y los salesianos. Así lo explica el administrador de la obra, Fernando Videla: “El origen del proyecto se inicia con el acuerdo entre la Fundación para la Educación de la Gran Minería, entidad dependiente de la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA), en convenio con la Congregación Salesiana”.

Dado que Calama es un punto de distribución para las distintas mineras de la zona, desde la AIA detectaron la necesidad de contar con personal técnico que fuera un aporte directo a todo el proceso productivo, tanto de la empresa minera como de las colaboradoras de la misma. Por otra parte, existía la inquietud de dar un apoyo directo a la población más vulnerable de la zona de la mano de los salesianos.

“Es producto de esto que a través de la Fundación, con aporte de diferentes mineras, generaron el proyecto de la construcción del Colegio Técnico Industrial Don Bosco Calama, el cual sería mixto, ya que buscaba proveer de personal masculino y femenino especializado a la industria minera del norte de Chile”, explica Videla.

La búsqueda desde la AIA de generar este vínculo se basó principalmente en el carisma que tiene nuestra Congregación Salesiana y la experiencia previa con el colegio que instauraron en la ciudad de Antofagasta, pensando específicamente en el sello valórico y formativo de los estudiantes salesianos: buenos cristianos y honestos ciudadanos.

“Las empresas quieren personas respetuosas, que tengan valores, que sepan trabajar en equipo y resolver sus problemas, y ciertamente eso lo favorece una institución como la nuestra”, dice el P. Héctor Vásquez, representante legal de la obra, quien además destaca las diferentes líneas de acción que han tenido los privados.

“Han venido acá a presentarse y están muy interesados. Notamos la colaboración que ellos quieren hacer y no solo respecto a recursos, sino que a nivel curricular y así contribuir a la educación de los chicos; entonces es una vinculación bien virtuosa”, destaca el P. Héctor.

Resalta, además, la importancia de que en muchas ocasiones los gerentes e importantes cargos institucionales, que quieren tener a estudiantes salesianos en las prácticas profesionales, toman contacto con los estudiantes, a quienes motivan e inspiran con sus experiencias e historias de vida, repercutiendo positivamente en ellos.

Conectar con la comunidad

La principal mina extractora de cobre del mundo, Codelco, ha sido una de las empresas más comprometidas con el colegio. Camila Messina, ingeniera en entrenamiento de la compañía, explica que “en la división Chuquicamata existe un gran interés por apoyar a los jóvenes y orientarlos en su proceso de formación académica, es por eso que se apadrina al Colegio Don Bosco”.

Francisco Beltrán, superintendente de mantenimiento de la mina, agrega que “nuestro Distrito Norte está apadrinando 12 colegios en la zona, en particular en Calama, y nuestra división en específico a dos colegios a contar de este año. Pero llevamos una historia distinta con el Colegio Don Bosco, porque ya vamos para el tercer año de conexión”.

El año pasado realizaron diferentes actividades, tales como clases, cambios en la malla curricular, un ciclo de prácticas para que jóvenes puedan ir a la mina y se especialicen. Dado que el colegio tiene la especialidad técnica en minería, estas experiencias son muy positivas para que los estudiantes puedan ver con sus propios ojos la realidad de la actividad, algo que vivieron en 2022.

“Trajimos por primera vez 140 estudiantes al interior de esta operación Chuquicamata, el proyecto más importante que tiene Codelco en Chile, y pudieron visitar nuestras faenas, conocer lo que es el día a día y encontrarse con esta operación que es tecnológicamente muy interesante y que es un desafío enorme y orgullo de todos los chilenos”, dice Beltrán.

Este año también quieren realizar eso y mucho más. Tienen planificado agregar un acompañamiento a los profesores para actualizar ciertos contenidos y también a los estudiantes más jóvenes, de primero y segundo medio, para ayudarlos con orientación vocacional.

“Codelco es para Chile y es de Chile, entonces creemos que es importante conectarnos con las comunidades y con todo el resto de las personas, lo que además es una manera de retribuir”, dice la ingeniera.

Un compromiso real

En esa misma línea, Miguel Inostroza, ingeniero en mantenimiento en la mina subterránea de Chuquicamata y parte del programa entre Codelco y el colegio, dice que fue un trabajo distinto a lo que se ha hecho antes, porque “todo nació de una visita que hizo nuestro gerente, donde él se cuestionó el aporte que hacía Codelco, cuya evidencia era una placa que decía ‘Codelco aporta con Don Bosco, Codelco está acá’, pero no era nada concreto”.

A raíz de un esfuerzo entre toda la línea de mando que tienen en la gerencia, se gestionó un programa para el curso mecánico y el eléctrico del establecimiento. “A mí me tocó dictar un módulo y fue una experiencia súper enriquecedora, en la que pudimos acercar un poquito a los niños lo que es la industria, y nosotros, al mismo tiempo, conocer cómo están saliendo preparados ellos”, explica.

Rodrigo Madrid, director de alistamiento operacional División Chuquicamata, explica que al comenzar la operación subterránea en 2019 tomaron el desafío de poblarla sin tener personal capacitado en el norte, por lo que tuvieron que traer de muchos lados. A raíz de esta situación propusieron generar el sello del minero que necesitaban y nace la idea del vínculo con las instituciones educacionales. Es ahí donde aparece el Colegio Don Bosco.

“Lo visitamos con el Consejo Directivo de la mina subterránea y nos dimos cuenta de la capacidad instalada que había, de la gente y las ganas de participar. Y se hace un vínculo virtuoso que hoy día nos permite hacer este lazo fraterno de capacitar gente de la región, donde hay talento, que se puede perfeccionar, y ser las personas que nos ayuden a sacar este proyecto adelante (…) En ese momento fue una apuesta, hoy es una realidad”, aseguró.

El vínculo virtuoso y sus primeros frutos

Este vínculo entre empresas mineras y el colegio comenzó con aportes económicos para su construcción, pero actualmente es mucho más que eso. Tras las visitas de los jóvenes a las minas y las charlas y clases a los estudiantes, más la capacitación a los profesores, se están rindiendo frutos que enorgullecen a todos.

Jhonny Ascencio, rector del colegio, destaca que las empresas van a pedir el currículum de los estudiantes. “Es un plus bien importante, porque están los varones, pero también las damas. Hoy la empresa se ha puesto como desafío elevar su porcentaje de mujeres dentro de su estructura laboral”.

Miguel Inostroza dice que “el programa está trayendo estudiantes a trabajar acá, no directamente por la compañía (Codelco), sino por Finning, en este caso, es súper enriquecedor, porque es un proceso que se cierra y que dan ganas de seguir todo el año haciendo un poquito más”.

De hecho, este año, cuatro exestudiantes del colegio fueron contratados por Finning. Es el caso de Christian Varas, que con tan solo 19 años ya se encuentra estudiando Ingeniería y trabajando en Chuquicamata subterránea, proyecto estructural que está transformando a la mina más grande del mundo a rajo abierto en una moderna operación bajo tierra.

¿Cómo llegó Christian allí? La primera vez que bajó fue junto a sus compañeros, cuando aún era estudiante del colegio. “Fue una experiencia grandiosa, conocimos muchas empresas, el taller, los equipos, nos guiaron, nos dieron una charla, se nos entregó equipo de protección, nos explicaron para qué servía cada uno y quedamos asombrados, no imaginamos un mundo así”, recuerda.

Christian se graduó en octubre de 2022 y ya el 13 de enero estaba comenzando su vida laboral en la mina junto a otros tres excompañeros. Hace un par de semanas recibieron la noticia de que pasaron a contrato indefinido con Finning, empresa canadiense que lleva 90 años dedicándose a la venta, alquiler, proporción de piezas y servicios para equipos y motores a clientes de diversas industrias.

Alberto Álvarez es técnico B en Finning y, además, es tutor de Christian, y explica que al llegar los chicos partieron como programa BEL (baja experiencia laboral), por lo que comenzaron con trabajos fáciles, enfocados en tareas de apoyo, mientras observaban y aprendían de los demás, pero con los meses fueron progresando y hoy ya realizan labores de mayor complejidad.

“Christian tiene mucha energía y ganas de aprender, y gracias a eso le hemos dado trabajos un poco más críticos. Sigue muy bien las directrices que le damos, ha sido un gran aporte al turno y se maneja súper bien respecto de las herramientas, yo creo que tiene una proyección bastante alta, por eso le digo que tiene que seguir estudiando, que continúe con sus buenas notas y que siga con nosotros, yo lo considero un buen chico”, dice Álvarez.

Paulina Quiero es jefa de operaciones y cuenta que la unión estratégica con los chicos de Don Bosco Calama busca que esta nueva generación se incorpore a la empresa a través del FIT, instituto técnico de Finning, que se encuentra en Antofagasta, con miras también a Calama. La idea es que se especialicen y lleguen al área mecánica.

Hay un factor aún más positivo y es que en Finning los jóvenes hacen carrera. Parten como mecánicos, luego son técnicos y, posteriormente, pueden ir avanzando a diferentes categorías: a, b y c, proceso que implica 10 años de estudio. Además, de acuerdo a su especialización, pueden viajar a EE.UU. a crecer aún más profesionalmente, por ejemplo, ir a Tucson a hacer cursos de motor para convertirse en motoristas.

“Hemos tenido muy buenos resultados, porque los jóvenes de Colegio Don Bosco tienen un perfil especial, es gente que está con ganas de aprender, pero además tienen una inteligencia emocional distinta a los chicos en general, y los que están acá son avezados, tienen mucha experiencia, trabajan la seguridad y tienen distintos principios morales. Por ejemplo, Christian es un colega minucioso, observador, muy respetuoso y humilde, y eso viene de la casa y del colegio”, destaca la jefa de operaciones.

¿Qué se viene ahora con Codelco Chuquicamata?

Como sponsor del Colegio Don Bosco, este año la empresa ha planificado incrementar el alcance. En 2022 pudieron trabajar solamente con los cuartos medios y su idea es que se haga un programa que abarque desde primero medio, con ámbitos diferenciados respecto a lo que requieren los distintos niveles:

1º medio. Objetivos:

• Conectar a los estudiantes con las operaciones mineras, con el fin de que entiendan qué hace Codelco Chuquicamata, la minería del cobre y cuál es su importancia para el país.

• Charlas técnicas de orientación para los jóvenes.

• Visitas al mineral.

2º medio. Objetivos:

• Apoyar la toma de decisiones respecto a las tres especialidades del Colegio Don Bosco. La empresa quiere ayudarlos con los testimonios de los distintos trabajadores para orientar la decisión de los estudiantes.

3º y 4º medio. Objetivos:

Fortalecer a través de:

• Charlas presenciales

• Visitas a la faena que les permitan complementar el currículum que establece el Ministerio de Educación.

Contribución a la zona

Desde nuestra congregación el principal objetivo ha sido impactar positivamente en una zona vulnerable del país, en particular Calama, a través de la educación y evangelización de los jóvenes y, sin duda, ha significado un gran aporte, funcionando como tierra fértil en medio del desierto, entregando todas las condiciones para ayudar a cuidar, encauzar y florecer a los niños y jóvenes de la zona y sus familias.

Así lo cree el P. Héctor Vásquez, quien dice que “este colegio ciertamente ha contribuido a la ciudad con su presencia desde hace siete años. Haber llegado a este sector de Calama nos permite brindar expectativas más altas a los jóvenes; el hecho de tener un lugar protegido en un ambiente donde hay bastantes dificultades sociales les abre nuevas oportunidades que les ayudan a pensar en un futuro distinto al que quizás creían que podían alcanzar”.

El rector de la obra cuenta que tienen familias bastante fragmentadas, con muchas situaciones complejas, pero que ven en el colegio un soporte que les permite tener a sus hijos en un espacio acogedor, “donde podamos decirles aquí en el colegio se está construyendo una cuota de esperanza, que es lo que falta”.

El ingreso promedio de las familias de la comunidad educativa se ubica entre los 300 mil y 400 mil pesos, sin embargo, gracias al colegio, los jóvenes del colegio tienen la oportunidad de salir al mundo laboral, directamente a la mina, que oferta alrededor de un millón de pesos, lo que cambia en términos económicos el ciclo de una familia completa.

Toda la comunidad local reconoce el aporte del colegio. De hecho, desde que se dio a conocer que los salesianos llegarían a la zona, la noticia fue muy bien recibida por la comunidad.

“Es súper importante destacar que al inicio y, pese a ser un proyecto que estaba sin construcción, con un solo edificio, nuestra primera matrícula fue de 641 estudiantes en su primera etapa, con cursos desde séptimo, hasta segundo medio. Entonces la comunidad fue bastante generosa respecto de apostar a un proyecto del cual no tenía una certeza absoluta aún”, recuerda Fernando Videla, administrador de Salesianos Calama.

Agrega que la comunidad los siente parte de ella y que el 70% del estudiantado vive alrededor del colegio. Además, comenta que Calama está creciendo en torno al establecimiento y ha sido gracias al sello salesiano, al aporte de la Fundación para la Educación de la Gran Minería y a todos quienes han sido parte del proyecto.

Orgullo y avance para la ciudad

Desde la municipalidad, Eliecer Chamorro, alcalde de Calama, habla con orgullo de la presencia salesiana de la zona: “Nuestro Colegio Don Bosco ha sido un importante aporte en lo social, en los principios cristianos, eclesiásticos y, sobre todo, en los avances en términos de la comunidad educativa”.

Explica que antes no existía esta oferta programática en el territorio y valora la importancia de la colaboración mancomunada entre el Colegio Don Bosco, las empresas mineras y las instituciones públicas que también se están comprometiendo a trabajar por una zona mucho más consolidada y preparada en el mercado laboral en el corto plazo, para seguir fortaleciendo los talentos de la zona.

Rodrigo Madrid, de Codelco, asegura que se han superado las expectativas. “Yo soy fiel creyente y soy resultado de que uno de los principales movilizadores sociales, que es la educación, y cuando uno ve a esos niños y niñas, esa ilusión en los ojos de especializarse en algo, con las ganas, con los bríos nuevos que hoy en día cuesta encontrar, de alguna manera da un abrazo al alma el poder contribuir a un proyecto tan noble”.

Todos los logros y avances, además, se realizan en una faena minera que es de las más importantes del mundo. “De Calama al mundo, la distancia es súper corta, el trabajo súper largo, pero sin duda, realizarlo, tenerlo como pilar fundamental de nuestra operación, marca la línea en que está Chuquicamata de generar una transformación profunda”.

Un sueño en desarrollo

El proyecto completo del Colegio Técnico Industrial Don Bosco Calama contempla ocho etapas. Hoy se encuentra con la quinta totalmente terminada y durante el año comenzará la construcción de la sexta, séptima y octava.

Teniendo en cuenta todas las etapas, el proyecto está pensado en un aporte final dividido en tres años, en los que están consideradas mineras como El Abra y Codelco. Con ello se completaría el proyecto inicial, que contemplaba educación desde prebásica hasta cuarto medio.

El colegio tiene actualmente una superficie total de 5.900 metros construidos y con las ocho etapas lograrían cumplir casi 12.000; tienen cuatro hectáreas de terreno por utilizar aún, una cantidad enorme de inversión en maquinaria, infraestructura y tecnología.

“Si bien la meta inicial está cumplida en forma parcial, ya que quedan tres etapas más por terminar, creo que el sueño original es hoy una realidad, un hito en la zona. Cabe destacar que tenemos una gran infraestructura. Es un colegio que ha sabido crecer junto con los estudiantes, población, tecnología y junto con la empresa minera de la zona”, comenta Fernando Videla.

Etapa 1 – Año 2016

Edificio 6 (primer piso del comedor), Edificio 7 de 3 pisos
(13 salas y una biblioteca) y Edificio 1 (Primer piso de administración).

Etapa 2 – Año 2017

Edificio 8, de 3 pisos, con 7 salas y un laboratorio de ciencias.
Además contiene los kit de auxiliares en cada uno de
los pisos.

Etapa 3 – Año 2018

Consistente en taller general, de 2 pisos, y el el taller de
soldadura.

Etapa 4 – Año 2019

Edificio 6, consistente en segundo piso de casino y tercer piso
de salas de clases.

Etapa 5 – Año 2023

Entrega del 2° y 3° piso del edificio de administración el cual
contiene una biblioteca, CRA, oficinas de atención de apoderados,
oficina de coordinadores de apoyo, TP, pedagógico,
Equipo PIE, Rector Director y administración.

Etapa 6 – Año 2023-2025

Etapas 6 al 8 se realizarán en el trienio 2023-2025 y contemplan
la construcción de: Edificio 4, de 3 pisos, que considera 4
salas de clases y laboratorios, Edificio 5, de 3 pisos, con 8 salas
de clases, Edificio 12 el cual considera un gimnasio, Edificio 2,
de 3 pisos, con 11 salas de clases.

VERSIÓN INTERACTIVA

Por Antonella Ferma Reveco, periodista

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