Obispo Goic: “Mi hermano Infanti ha procurado ser un pastor al servicio de la gente”

El obispo de Rancagua, quien fue párroco en la región de Aysén, fue entrevistado por el diario electrónico El Mostrador, en el cual asegura que las zonas extremas del país han sido poco visibilizadas.

A continuación reproducimos el artículo del diario electrónico:

No es algo que le hayan contado. Después de ser ordenado sacerdote en 1966 y como párroco en Punta Arenas —donde nació—, vio con sus propios ojos la escasa visibilidad que tenía la región. Un hecho que según él se mantiene hasta ahora. Días antes de comenzar con el tradicional retiro que los sacerdotes hacen con sus diócesis una vez al año, monseñor Alejandro Goic sigue el conflicto por la radio. Se ha comunicado con algunos sacerdotes de la zona, pero hasta el viernes no lo había hecho aún con el obispo Luis Infanti.

“Yo creo que este movimiento responde a una realidad de postergación histórica que no es de este gobierno. Ni siquiera de los gobiernos de la Concertación… No sé las razones. Son regiones extensas, pero que no tienen muchos habitantes. No quisiera pensar mal, pero quizás no hay tantos votantes en esas regiones”, dice Goic y entiende que el estallido social en Aysén es parte de una nueva realidad en Chile que hay que saber mirar.

“Yo creo que vivimos un cambio cultural muy profundo en la sociedad chilena donde los ciudadanos tienen mayor conciencia de sus derechos y ese cambio cultural es el que hay que profundizar para tratar de responderlo, para entender las inquietudes que tienen los estudiantes, los trabajadores, las zonas extremas, que no han tenido la atención que se merecen”.

-En ese sentido las demandas de los ayseninos son justas…

-Sin duda que hay demandas que son justas. Es posible que no se puedan satisfacer inmediatamente, igual que la de los estudiantes, pero es evidente que hay demandas que ellos hacen y están dentro de una racionalidad, de un país que ha crecido y se espera que ese crecimiento también pueda llegar a los sectores más extremos del país, también a los estudiantes.

-¿Cuál es el desafío de la clase política y el gobierno en ese escenario?

-Yo diría que los que tienen un compromiso con la sociedad en las distintas manifestaciones del tejido social, también la iglesia, deben comprender el cambio cultural. Hoy día, con las redes sociales y la internet, los ciudadanos tienen un mayor empoderamiento y conocimiento de lo que pasa. Comprendiendo este cambio, hay que buscar formas de gobierno que den espacio para una mayor participación ciudadana. Yo siento que quizás sea el momento —de cara a las próximas elecciones, sobre todo presidenciales— de abrir un gran diálogo social de diferentes sectores del tejido social para juntos buscar cuáles son los acentos que debemos tener en la construcción del Chile de ahora y del futuro. El ciudadano hoy día es un ser humano con conciencia, entonces comprender este cambio y asumirlo en las tareas de gobierno, de propuestas, es fundamental.

-¿De qué forma se hace esto, si en un punto determinado el gobierno negocia sólo si se terminan las medidas de presión y del otro lado no se acepta esto?

-Yo creo que es necesario abrir una mesa de diálogo entre las autoridades y los agentes sociales de Aysén con una mayor flexibilización de ambas partes. Cuando uno quiere resolver un conflicto, no puede exigirle algo al otro si uno muestra incapacidad de ceder algo. Por lo tanto, se requiere flexibilización, una actitud de mutuo respeto en un contexto de un conflicto, como al que estamos enfrentados. Uno no puede ganar todo ni perderlo. Y como están dadas las cosas, me parece que hace falta alguna persona o un grupo de hombres buenos que sean facilitadores. Esto es para que ambas partes dialoguen. Pero es necesario solucionarlo ahora, sino puede haber trastornos mayores para el futuro de esa comunidad.

-¿Cómo ha visto usted la acción de Carabineros y los informes de observadores de Derechos Humanos que hablan de violencia policial en la zona?

-Siempre es un tema complejo, porque por un lado a la fuerza pública se le exige mantener el orden y por otro lado mantener la integridad física de otros, pero en una situación de tumulto o aglomeración, se producen excesos que son lamentables.

-¿Cuál es el rol que debe cumplir la iglesia en este contexto?

-Como iglesia tenemos que seguir proclamando el evangelio en su totalidad y especialmente en este caso, la dimensión social de la fe. Muchas veces, cuando fui presidente de la Conferencia Episcopal, yo decía que este país es mayoritariamente cristiano y el mandato principal del cristianismo es amar a Dios y al prójimo. Eso nos exige trabajar por un país más equitativo, más solidario, más fraterno, donde todos puedan vivir con mayor dignidad. Este país aún sigue siendo tremendamente inequitativo. Vengo llegando de un congreso en Europa y he podido conocer la aguda crisis que viven esos países, pero aún así no existe la tremenda diferencia de ingresos que tiene Chile. Y por lo tanto, si este es un país mayoritariamente cristiano, tenemos que trabajar porque el mandato de amar al prójimo se traduzca en mayor justicia social. Esto lo proclamaba en su época Alberto Hurtado y fue muy criticado… y hoy es San Aberto Hurtado. Juan Pablo II, cuando estuvo en Chile, dijo esa célebre frase “los pobres no pueden esperar” y en Chile, en algunos casos, siguen esperando.

-A pesar de este rol importante que usted le asigna a la Iglesia en este contexto, el obispo Infanti señaló que el gobierno no quería que él fuera facilitador del diálogo…

-Cuando hay un conflicto y se pide servicio de facilitador es obvio que el facilitador tiene que ser asumido por las partes que están en conflicto, porque si una de las partes no lo quiere, es evidente que esa persona no puede serlo. Es cierto que mi hermano (Infanti) ha dicho expresiones que quizás pueden haber no gustado, pero él ha procurado allí ser un pastor al servicio de la gente.

-¿Cómo evalúa el rol del gobierno en esta crisis?

-No es mi misión evaluar al gobierno. Yo creo que frente a estos conflictos sociales hay que tener la cabeza muy serena y buscar los puentes para resolver los problemas. El diálogo es indispensable e insisto que lo importante es flexibilizar las posturas. El gobierno por un lado dijo que no podía dialogar con las presiones de fuerza, pero también hay una cierta desconfianza de los dirigentes sociales que si ceden a esas presiones no van a conseguir parte de lo que quieren. Por eso ojalá busquen una comisión, un ex presidente o una figura moral que ayude a resolver el problema. No le hace bien a Chile este conflicto.

Fuente: El Mostrador – Comunicaciones Pastoral Social Caritas – Prensa Cech.

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