“Gracias a Dios por toda una vida salesiana”

Hermosilla

VERSIÓN INTERACTIVA

Dicen que Valdivia es una de las ciudades más lindas de Chile. Allí, en pleno centro, se encuentra emplazado el Instituto Salesiano, lugar que vio crecer y madurar a Carlos Hermosilla.

Ingresó como estudiante en 1962 y, tras dedicar 35 años a la labor educativa, se despidió en 2023 dejando una importante huella en la comunidad educativo-pastoral.

Conversamos con él sobre su vida, trayectoria educativa y proyectos futuros, no sin antes revelarnos uno de sus trucos de magia.

Corazón Inquieto

Carlos Hermosilla González es salesiano y valdiviano de corazón. Estudió 12 años en el ISV por tradición familiar. También su padre, su hijo y su nieto pasaron por estas aulas que formaron a importantes personajes de nuestro país, como el conductor de televisión Raúl Matas y el expresidente Patricio Aylwin. Casado hace 41 años, su familia se compone de su esposa, hijo, nieto, nuera, hermana, cuñado y sobrina.

José Isert, su amigo, colega, compañero de mil batallas, el primero con quien habla por teléfono en la mañana y representante legal del ISV, lo define como una persona sociable, bueno para conversar y adicto al Power Point. Entre ellos hay una complicidad y camaradería especiales, resultado del trabajo conjunto que han realizado por décadas.

Como estudiante, su espíritu inquieto lo llevó a participar en numerosas actividades. Fue parte de la banda y grupo de acólitos. En cuarto medio le otorgaron un diploma como mejor compañero. “Aquí fui muy feliz. La educación salesiana se marca a fuego”, expresa.

Ávido de aprendizaje

Motivado por su padre estudió Pedagogía en la Universidad Austral y se licenció en Educación con mención en Orientación. En 1980 llegó a Coyhaique a hacer clases al quinto básico de la Escuela D-17. Con uno de sus primeros sueldos le regaló un televisor en colores a su madre para que viera el Festival de Viña.

Luego, se fue a la Escuela E-5 de Puerto Aguirre, pueblo pesquero ubicado en el archipiélago de Islas Huichas, Región de Aysén. “Allí aprendí a ser profesor y tuve las mejores experiencias de mi vida”, confiesa.

Poseedor de una energía inextinguible, se responsabilizó de la parroquia del pueblo, oficializó un funeral y hasta asistió un parto. Fue locutor de radio y realizó cursos de buceo y maestro pantalonero, sin contar, además, su gusto por la magia, afición con la que entretiene a grandes y pequeños.

Gracias a Dios

Tras ocho años trabajando en Puerto Aysén, en 1988 se integró al grupo de educadores del Instituto Salesiano de Valdivia. Por primera vez hizo clases a un tercero básico. Luego, le solicitaron la responsabilidad de ser inspector de nivel. Más tarde se incorporó al equipo de Innovación Curricular (SIC). Fue orientador, inspector general y coordinador de apoyo.

Como educador salesiano se especializó en Currículum y Evaluación; orientador educacional y consejero vocacional. Participó del Diplomado en Pedagogía Salesiana. En 2012 promesó como integrante de los Salesianos Cooperadores, grupo de la Familia Salesiana del cual es asesor. Colaboró en comedores fraternos, misiones y colonias salesianas. Finalmente, en 2020 asumió el desafío de ser rector.

“Cumplir este servicio fue un honor, transmitir lo que un día recibí aquí de mis profesores y también de los salesianos de ese tiempo. Estoy orgulloso de ser educador salesiano”.

“Fueron cuatro años de mucha entrega, servicio, compartir, diálogo y cercanía con los educadores, estudiantes y sus familias. Creo que hicimos un buen trabajo”.

Las despedidas no son fáciles, y tras 44 años como profesor, Carlos tiene sentimientos encontrados. Siente mucha pena, pero también está agradecido y seguro de que el Señor le tiene preparado algo bueno para el futuro.

“Doy gracias a mi familia, a la Congregación por confiar en mi trabajo, al equipo de Coordinación, a mis estudiantes y queridos colegas. Todo se logra porque hay un profesor detrás. Tantos ‘buenos días’, hoy un ‘hasta mañana’”.

Emocionado se despidió de los docentes, quienes le desearon lo mejor entre aplausos, abrazos y mucho cariño.

VERSIÓN INTERACTIVA

Por Karina Velarde, periodista

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