Sonido de la Libertad

Cultural

VERSIÓN INTERACTIVA

Una niña canta demostrando su talento en un barrio popular de Tegucigalpa, Guatemala. Una mujer alta y bien vestida, encarnando el éxito, entra en escena y convence al padre de llevar a su hija a un casting. También va su hermano pequeño. Una sesión fotográfica nos confirma lo obvio: los niños son mercancías.

Así empieza Sound of Freedom (2023), película dirigida por Alejandro Monteverde, que no tiene tapujos desde la primera toma en declarar su intención de denunciar el tráfico de niños destinados al comercio sexual. De esto va la cinta, no de los personajes. No hay adornos.

La historia real de Tim Ballard, exagente de Seguridad Nacional de Estados Unidos que renuncia a su empleo por la misión y promesa de perseguir a traficantes sexuales y recuperar la libertad de niños, es la excusa para exponer una realidad que aqueja a nuestra sociedad de manera global.

La oferta y demanda queda retratada como un andamiaje criminal planificado que traspasa países y se fortalece de la negligencia y burocracia de organismos que deberían detectar el problema y actuar preventivamente.

La cinta pone el foco sobre Estados Unidos, principal país consumidor de pornografía infantil, pero evidencia un negocio que afecta a las infancias y familias del mundo.

Un foco sin mucha atención

La secuencia de inicio del primer capítulo de la serie Daredevil (2015-2018) también denuncia el tráfico de personas. Matt Murdock, un superhéroe católico que se debate durante tres temporadas entre la justicia, fe y redención, comienza su periplo rescatando mujeres secuestradas por una mafia para ser comercializadas sexualmente.

El mismo viaje de salvación emprende el exmilitar interpretado por el oscarizado Joaquín Phoenix en You were never really here (2017), quien tras ser contratado por un político para que libere a su hija adolescente que ha sido secuestrada, se dedica a rescatar a jóvenes de redes dedicadas a explotarlas sexualmente.

Canción sin nombre (2019) es un largometraje peruano que se centra en una mujer andina que, tras tener a su bebé en una clínica, ve cómo su hijo junto a los profesionales que la atendieron desaparecen misteriosamente sin dejar huella, ante una posible red de trata infantil vinculada al caos político de los años 80.

No son pocos los casos de ficciones retratando realidades y problemas sociales, pero aun cuando prolifera esta forma de explotación análoga a la esclavitud, son pocos los esfuerzos que se realizan para desarticular y visibilizar la realidad que sufren, por sobre todo, niños y mujeres de sectores sociales empobrecidos. Lo peor ocurre cuando la opinión pública siente que se trata de “casos aislados lejanos a nuestra realidad”.

A mediados de 2023, el Ministerio de Justicia de Países Bajos reconoció que tras el Golpe de Estado en Chile existió un robo sistemático de niños en nuestro país tramitado por una neerlandesa que, con documentación falsa y haciéndose pasar por religiosa, engañaba a los padres biológicos de los menores que posteriormente enviaba a Europa.

Ciper reveló en 2022 que 115 menores de edad que debían estar bajo tutela del Estado de Chile en centros Sename y ahora en residencias de Mejor Niñez aparecen como víctimas del comercio sexual durante los últimos años.

Recién en diciembre de 2022 la explotación sexual comercial de niños fue tipificada como delito en Chile, donde se estima que anualmente 3.719 menores de edad son abusados por adultos partícipes de este mercado.

Pese a que la esclavitud fue abolida hace casi dos siglos en todo Occidente, evidenciamos cómo esta grave falta a los derechos humanos avanza y se fortalece a través de los años y fronteras. No son conspiraciones ni teorías. Muchos niños hoy necesitan escuchar el sonido de la libertad.

VERSIÓN INTERACTIVA

Por José Miguel Estay, periodista

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