La difícil decisión: ¿Es momento de darles un celular a mis hijos?

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El creciente número de dispositivos y plataformas tecnológicas hace que los niños accedan a ellas a edades cada vez más tempranas, exponiéndolos a peligros e inquietudes cada vez más complejas.

Mi esposa y yo nos encontramos en una encrucijada. Nuestros hijos, de siete y 11 años, nos han estado presionando para que les entreguemos un celular de uso personal. La insistencia proviene de su deseo de estar a la par de sus compañeros, quienes ya están inmersos en la tecnología. ¿Estaremos excluyéndolos si no les damos acceso a la misma tecnología que sus pares?

Siempre he creído en guiar a mis hijos hacia un primer escenario de acompañamiento, donde los límites y la seguridad estén presentes. Sin embargo, también reconozco la importancia de prepararlos gradualmente para ejercer su propia libertad y autonomía, dominando la tecnología, que es una competencia que necesitarán en su futuro.

Una cuestión social

Desde la cuna los vemos fijar sus ojos en las plataformas de entretenimiento y, en ocasiones, llegamos a pensar que comprenden mejor que nosotros las interfaces táctiles del celular, las que pueden llegar a ser eficientes, pero peligrosas niñeras de una generación criada online.

Según una encuesta de Criteria realizada en 2021, el promedio de edad para el primer teléfono en Chile son los 10 años y más del 90% de los mayores de 13 años tiene uno. Ante ese escenario, muchos padres podemos sentir la presión social de entregarles un celular a nuestros hijos para mantenerlos conectados, especialmente si todos sus amigos y compañeros de colegio ya tienen uno.

Sabemos que los niños no maduran de manera homogénea y cada uno tiene una personalidad propia, por lo tanto, debemos considerar que no todos están preparados para tener un celular a la misma edad.

La edad recomendada para el uso de celulares no es estandarizada, depende de cada caso, no obstante, la Organización Mundial de la Salud sugiere evitar el uso de teléfonos móviles durante la primera infancia y dosificar con niños de tres a cuatro años, ya que puede implicar riesgos para la salud.

Establecer el diálogo

El primer acercamiento de nuestros hijos al mundo digital generalmente es a partir de videos virales o videojuegos en línea, cuyos componentes de interactividad los sumergen en una nueva realidad digital, una que los conecta con usuarios desconocidos de todas las edades y que generalmente representan personalidades ficticias.
YouTube y TikTok ofrecen contenidos basados en el comportamiento de los usuarios, convirtiendo en tendencia lo más consumido y no necesariamente lo más adecuado para un niño.

Si bien estas plataformas establecen políticas estrictas, prohibiendo el registro y uso a menores de 13 años, la realidad es que al acceder con cuentas creadas por mayores de edad, de igual forma se exponen a los contenidos.

Resulta imperioso entonces que, antes de entregar un celular, se potencie el diálogo con nuestros hijos para establecer condiciones mínimas de uso y enseñarles a abordar situaciones de acoso, contenido inapropiado o explícito, exposición a contenido adulto, influencia negativa y presión social.

Los padres somos los principales responsables de educar a nuestros hijos sobre cómo proteger su información personal, reconocer y reportar el acoso, ser respetuosos con los demás en línea y cómo verificar información antes de compartirla.

Los adultos también debemos ser conscientes de nuestro comportamiento con los dispositivos, ser un buen modelo a través de buenas prácticas digitales, estableciendo límites saludables en cuanto al tiempo de uso de pantalla, en definitiva, predicando con el ejemplo.

Asimismo, al entregar un celular a nuestros hijos debemos comprometernos con mantener un justo equilibrio entre el mundo digital y tangible, promoviendo el juego al aire libre, lectura, interacción social y otras actividades enriquecedoras.

Control parental

El uso del celular no solo implica aspectos negativos. Su implementación responsable y acompañada puede potenciar elementos de creatividad e, incluso, ser un soporte en el proceso escolar de nuestros hijos.

En caso de considerar que el niño está en condiciones de madurez y compromiso para su utilización, contamos con varias herramientas de control parental para supervisar el uso del celular, las que también deben ser manejadas por el adulto de forma responsable y ética, para asegurar la privacidad y formar el desarrollo en libertad.

Google posee una aplicación innovadora llamada Family Link, diseñada para mantener a las familias conectadas y ayudarnos a proteger y guiar a los hijos en el entorno digital. Esta poderosa herramienta ofrece un sistema de control parental integrado que garantiza un uso seguro y adecuado de los dispositivos electrónicos.

La instalación de Family Link es sencilla. Solo deben dirigirse a la tienda de aplicaciones correspondiente a su dispositivo y buscarla por su nombre para descargarla e instalarla.

Solicitará que ingresen su dirección de correo electrónico y establezcan una contraseña segura. Luego, los guiarán para configurar el perfil familiar, donde podrán agregar los nombres y fotos de los miembros.

Completada la configuración inicial es posible hacer uso del control parental, función que nos brinda la capacidad de establecer límites y restricciones en el uso de internet y dispositivos electrónicos por parte de nuestros hijos.

Se pueden establecer filtros de contenido que bloquean o restringen el acceso a sitios web o aplicaciones inapropiadas, así como la posibilidad de establecer límites de tiempo de pantalla, definiendo horarios.

También podemos acceder a informes y estadísticas detallados sobre el uso de internet y aplicaciones, lo que permite tener una visión clara de qué sitios web o aplicaciones están utilizando más frecuentemente.

Recuerda que cada hijo es único, por lo que la decisión de entregarle un celular debe basarse en sus necesidades individuales y no en la presión social. Mantén la calma y confía en tu capacidad para tomar una decisión informada. No olvides que el tiempo de la infancia es valioso y fugaz.

Por Alejandro Gallegos, padre de familia y asesor tecnológico

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