Un Otaku en casa

VERSIÓN INTERACTIVA

A finales de los años 40 nació el manga moderno -similar a lo que es un cómic, pero de origen japonés-, un hito que permitió, posteriormente, el surgimiento de series tan populares como Astroboy, Kimba, Meteoro o Mazinger Z.

En sus inicios, esta industria tenía un claro enfoque hacia el público infantil y fue de esta manera que, en la década de los 70, llegó a Chile un movimiento floreciente de la cultura oriental conocido como anime, comúnmente llamados “monitos chinos”. Series de dibujos animados que con el tiempo ampliaron su público, dando paso a las primeras producciones para adolescentes y adultos.

La mayoría de los animes provienen de los mangas, historietas o novelas gráficas que funcionan como guiones para llevarlos a la animación. Plataformas como Netflix, YouTube, Crunchyroll o Funimation han permitido darle mayor difusión a este tipo de contenidos, haciéndolos más accesibles y convirtiéndolos en una afición de miles de personas conocidos como otakus.

En Japón un otaku es un fan de cualquier tema, pero en Occidente el término se utiliza para los aficionados del manga y anime, y por lo general se le asocia al público juvenil.

Pero ¿qué pasa cuando el fenómeno llega a nuestros hogares? Surgen dudas, inquietudes y preguntas sobre el efecto que puede tener en nuestros hijos e hijas.

Según el psicólogo Erik Erikson, los adolescentes se encuentran en un proceso de exploración, formación y definición de identidad, transcurso donde indagan posibilidades y gustos. El anime tiene un rol fundamental en la vida de los jóvenes que lo consumen, debido a que representa emociones y sentimientos que facilitan la identificación con los personajes e historias.

Motor en la construcción de identidades

Para profundizar en el impacto del anime en los jóvenes y adolescentes entrevistamos a Franco Bonilla y Alejandra Martí- nez, periodistas y autores del libro recién lanzado “El anime nos cambió”, en el cual señalan:

Decir que la animación japonesa solo deja una huella en lo tangible luego de culminar esta investigación, sería una mentira propinada por un sesgo insoslayable, puesto que las obras de anime han sido un fuerte motor en la construcción de identidades de las juventudes chilenas, estando presentes tanto en su infancia como en su adolescencia, e incluso en la adultez”.

Alejandra agrega que hay algunos aspectos positivos que encontramos en el anime: “Muchos jóvenes y niños se identifican con los personajes. Por ejemplo, en el caso de ‘Naruto’, él va a lograr su meta, se va a convertir en el líder de la aldea de la hoja y lo va a hacer sin importar el obstáculo que se le ponga delante, siempre se mantuvo optimista”.

Estos personajes se transforman en referentes positivos para los adolescentes, quienes además de identificarse con sus motivaciones, los ven como ejemplos a seguir a la hora de cumplir sus propias metas.

Alejandra enfatiza que estos “sentimientos y motivaciones” mostrados en el anime “se traspasan a los jóvenes, quienes empiezan a decir ‘bueno, si Naruto puede, yo también puedo lograrlo y me puede ir bien en esa prueba’ o ‘puedo pasar ese ramo’”.

Franco Bonilla sostiene que estas motivaciones, por tratarse de “aspiraciones, temores e ideales”, presentan también una ambigüedad ética y moral con la que el consumidor puede “llegar a chocar”. Ante esto, recomienda la precaución y comprender que, como toda industria, tiene puntos en contra y a favor.

Hay sexualización femenina. Ellos saben que una mujer sexualizada puede vender a jóvenes de entre 15 y 21 años e, incluso, más edad. Obviamente, cuando un menor de edad ve eso y no es consciente de todos estos elementos, puede normalizar algo que está directamente mal”, añade.

Al igual que con cualquier otro tipo de entretenimiento, como la música o videojuegos, los padres deben estar atentos con las aficiones del adolescente. Así lo advierte Alejandra, quien remarca que “hoy en día la tecnología permite que esté todo al alcance de la mano, por lo que es fácil que los jóvenes lleguen a cosas que no deberían estar viendo”.

En Netflix existen categorías que los padres podrían revisar si es que su hijo está interesado en alguno de ellos y así saber qué clase de anime hay en esas plataformas. Hay muchos animes para gente de edades distintas, entonces es importante que se tenga una precaución de lo que está viendo el hijo o la hija”.

De igual manera, Franco señala que “las cosas pueden afectar mucho a una temprana edad. Por lo tanto, un padre y una madre deberían estar atentos con lo que hace su hijo, con lo que está consumiendo, ya que después de cierta edad el niño va a tener que tomar sus propias decisiones (…) En una primera etapa sí tienen que estar padre y madre atentos en esto, porque hay de todo, igual que en las películas”.

Sin duda, es importante la supervisión de los padres en la adolescencia, pero es aún más importante acompañar a los jóvenes en esta etapa. Para dialogar, reflexionar, revisar y cuestionar con ellos aquello que están viendo.

El mundo de los adolescentes no es fácil de comprender, pero las familias tienen que hacer el esfuerzo por descubrir qué es aquello que encuentran en su afición, qué es lo que les mueve, interesa y fascina.

Como adultos, estamos ante un reto que consiste en guiar a los niños en su búsqueda de identidad y en esto debemos evitar el exceso de control que limite su gusto por el anime, pero sí resguardarlos de que aquello que están viendo no resulte peligroso para ellos.

¿Cómo identificar los tipos de anime?

  • Shounen: Series orientadas para niños. Dragon Ball, Caballeros del Zodíaco, Naruto y One Piece son de los más conocidos.
  • Shoujo: Series orientadas para niñas. Además de Sailor Moon, encontramos en esta categoría a Candy Candy y Sakura Card Captor.
  • Seinen: Series orientadas para adultos. One Punch Man, Berserk, Ghost in the Shell y Akira son algunos ejemplos.
  • Kodomo: Series orientadas para niños pequeños. En esta categoría encontramos a Pokémon, Beyblade, Doraemon y Heidi.

A pesar de que esta lista de géneros no es exhaustiva, sí debemos prestar especial atención con los siguientes subgéneros: Shoujo-ai y Shounen-ai, Yuri, Yaoi, Ecchi, Gender Bender y Hentai. Se enfocan en romances entre personas del mismo sexo, cambio de sexo y elementos eróticos, que van desde un beso hasta lo sexualmente explícito.

VERSIÓN INTERACTIVA

Por Joaquín Castro, periodista

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