Frases marcadas de Lumen fidei

La Conferencia Episcopal de Chile ofrece una selección de párrafos de la carta encíclica sobre la fe “Lumen fidei”, del papa Francisco.

“es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe, pues cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo” (LF 4).

“La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor” (LF 4).

“Transformados por este amor, recibimos ojos nuevos, experimentamos que en él hay una gran promesa de plenitud y se nos abre la mirada al futuro” (LF 4).

“Deseo hablar precisamente de esta luz de la fe para que (…) muestre el horizonte de nuestro camino en un tiempo en el que el hombre tiene especialmente necesidad de luz” (LF 4).

“la Iglesia nunca presupone la fe como algo descontado, sino que sabe que este don de Dios tiene que ser alimentado y robustecido para que siga guiando su camino” (LF 6).

“Fe, esperanza y caridad, en admirable urdimbre, constituyen el dinamismo de la existencia cristiana hacia la comunión plena con Dios” (LF 7).

“La fe está vinculada a la escucha (…) La fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre” (LF 8).

“la fe, en cuanto memoria del futuro, memoria futuri, está estrechamente ligada con la esperanza” (LF 9).

“la luz de la fe está vinculada al relato concreto de la vida, al recuerdo agradecido de los beneficios de Dios y al cumplimiento progresivo de sus promesas” (LF 12).

“Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia” (LF 13).

“La fe consiste en la disponibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios” (LF 13).

“La fe es un don gratuito de Dios que exige la humildad y el valor de fiarse y confiarse” (LF 14).

“La fe no sólo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver” (LF 18).

“la fe cristiana (…) es fe en un Dios que se ha hecho tan cercano, que ha entrado en nuestra historia” (LF 18).

“La fe en el Hijo de Dios hecho hombre en Jesús de Nazaret no nos separa de la realidad, sino que nos permite captar su significado profundo” (LF 18).

“La nueva lógica de la fe está centrada en Cristo” (LF 20).

“La fe en Cristo nos salva porque en él la vida se abre radicalmente a un Amor que nos precede y nos transforma desde dentro, que obra en nosotros y con nosotros” (LF 20).

“Los cristianos son «uno» (…) y en el servicio a los demás cada uno alcanza hasta el fondo su propio ser” (LF 22).

“fuera de este cuerpo, de esta unidad de la Iglesia en Cristo (…), la fe pierde su «medida», ya no encuentra su equilibrio, el espacio necesario para sostenerse” (LF 20).

“La fe tiene una configuración necesariamente eclesial, se confiesa dentro del cuerpo de Cristo, como comunión real de los creyentes” (LF 22).

“La fe no es algo privado, una concepción individualista, una opinión subjetiva, sino que nace de la escucha y está destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio” (LF 22).

“La fe, sin verdad, no salva, no da seguridad a nuestros pasos. Se queda en una bella fábula (…) O bien se reduce a un sentimiento hermoso, que consuela y entusiasma, pero (…) incapaz de dar continuidad al camino de la vida” (LF 24).

“En la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con su ciencia; es verdad porque funciona y así hace más cómoda y fácil la vida” (LF 25).

“Hoy parece que ésta [la verdad tecnológica] es la única verdad cierta, la única que se puede compartir con otros, la única sobre la que es posible debatir y comprometerse juntos” (LF 25).

“La fe transforma toda la persona, precisamente porque la fe se abre al amor” (LF 26).

“Si el amor necesita la verdad, también la verdad tiene necesidad del amor. Amor y verdad no se pueden separar” (LF 27).

“Sin amor, la verdad se vuelve fría, impersonal, opresiva para la vida concreta de la persona” (LF 27).

“Quien ama comprende que el amor es experiencia de verdad, que él mismo abre nuestros ojos para ver toda la realidad de modo nuevo, en unión con la persona amada” (LF 27).

“La fe es (…) un conocimiento que se aprende sólo en un camino de seguimiento. La escucha ayuda a representar bien el nexo entre conocimiento y amor” (LF 29).

“la luz de la fe ilumina todas nuestras relaciones humanas, que pueden ser vividas en unión con el amor y la ternura de Cristo” (LF 32).

“La luz del amor, propia de la fe, puede iluminar los interrogantes de nuestro tiempo en cuanto a la verdad” (LF 34).

“La verdad de un amor no se impone con la violencia, no aplasta a la persona” (LF 34).

“la fe no es intransigente, sino que crece en la convivencia que respeta al otro” (LF 34).

“El creyente no es arrogante; al contrario, la verdad le hace humilde, sabiendo que, más que poseerla él, es ella la que le abraza y le posee” (LF 34).

“En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con todos” (LF 34).

“que la teología esté al servicio de la fe de los cristianos, se ocupe humildemente de custodiar y profundizar la fe de todos, especialmente la de los sencillos” (LF 36).

“La fe (…) por su misma naturaleza, se abre al «nosotros», se da siempre dentro de la comunión de la Iglesia” (LF 39).

“quien cree nunca está solo, porque la fe tiende a difundirse, a compartir su alegría con otros” (LF 39).

“lo que se comunica en la Iglesia (…) es la luz nueva que nace del encuentro con el Dios vivo, una luz que toca la persona en su centro” (LF 40).

“El despertar de la fe pasa por el despertar de un nuevo sentido sacramental de la vida del hombre y de la existencia cristiana” (LF 40).

“cuatro elementos que contienen el tesoro de memoria que la Iglesia transmite: la confesión de fe, la celebración de los sacramentos, el camino del decálogo, la oración” (LF 46).

“puesto que la unidad de la fe es la unidad de la Iglesia, quitar algo a la fe es quitar algo a la verdad de la comunión” (LF 48).

“Precisamente por su conexión con el amor (cf. Ga 5,6), la luz de la fe se pone al servicio concreto de la justicia, del derecho y de la paz” (LF 51).

“La luz de la fe permite valorar la riqueza de las relaciones humanas, su capacidad de mantenerse, de ser fiables, de enriquecer la vida común” (LF 51).

“La fe no aparta del mundo ni es ajena a los afanes concretos de los hombres de nuestro tiempo. Sin un amor fiable, nada podría mantener verdaderamente unidos a los hombres” (LF 51).

“Sí, la fe es un bien para todos, es un bien común; su luz no luce sólo dentro de la Iglesia ni sirve únicamente para construir una ciudad eterna en el más allá; nos ayuda a edificar nuestras sociedades, para que avancen hacia el futuro con esperanza” (LF 51).

“Las manos de la fe se alzan al cielo, pero a la vez edifican, en la caridad, una ciudad construida sobre relaciones, que tienen como fundamento el amor de Dios” (LF 51).

“El primer ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia. Pienso sobre todo en el matrimonio” (LF 52).

“es importante que los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos” (LF 53).

“la fe ilumina todas las relaciones sociales” (LF 54).

“La fe nos enseña que cada hombre es una bendición para mí, que la luz del rostro de Dios me ilumina a través del rostro del hermano” (LF 54).

“Gracias a la fe, hemos descubierto la dignidad única de cada persona” (LF 54).

“La fe (…) nos hace respetar más la naturaleza, pues nos hace reconocer en ella una gramática escrita por él y una morada que nos ha confiado para cultivarla y salvaguardarla” (LF 55).

“[la fe] nos invita a buscar modelos de desarrollo que no se basen sólo en la utilidad y el provecho, sino que consideren la creación como un don del que todos somos deudores” (LF 55).

“[la fe] nos enseña a identificar formas de gobierno justas, reconociendo que la autoridad viene de Dios para estar al servicio del bien común” (LF 55).

“La fe afirma también la posibilidad del perdón, que muchas veces necesita tiempo, esfuerzo, paciencia y compromiso” (LF 55).

“Cuando la fe se apaga, se corre el riesgo de que los fundamentos de la vida se debiliten con ella” (LF 55).

“Si hiciésemos desaparecer la fe en Dios de nuestras ciudades, se debilitaría la confianza entre nosotros, pues quedaríamos unidos sólo por el miedo, y la estabilidad estaría comprometida” (LF 55).

“La fe ilumina la vida en sociedad; poniendo todos los acontecimientos en relación con el origen y el destino de todo en el Padre que nos ama” (LF 55).

“El cristiano sabe que siempre habrá sufrimiento, pero que le puede dar sentido, puede convertirlo en acto de amor, de entrega confiada en las manos de Dios, que no nos abandona” (LF 56).

“La luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche, y esto basta para caminar” (LF 57).

“la fe va de la mano de la esperanza” (LF 57).

“No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino (…) El espacio cristaliza los procesos; el tiempo, en cambio, proyecta hacia el futuro e impulsa a caminar con esperanza” (LF 57).

“En la Madre de Jesús, la fe ha dado su mejor fruto” (LF 58).

“¡Madre, ayuda nuestra fe!

Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada.

Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa.

Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe.

Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar.

Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado.

Recuérdanos que quien cree no está nunca solo.

Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino.

Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor” (LF 60).

Texto completo de la encíclica Lumen fidei

Reserva de ejemplares en Chile

Fuente: Prensa CECh

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